Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 1025
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Capítulo 1025:
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El recuerdo hizo que Egbert se enfureciera.
Acababa de regresar del extranjero y no podía quitarse de la cabeza la sensación de que Myron había aprovechado su ausencia para entrar en la vida de Millie.
Babette frunció el ceño ante su tono, claramente disgustada.
«Pero aunque ella esté con otra persona, tú sigues rondándola. ¿Por qué?», insistió Babette. «¿Aún sientes algo por ella?».
Egbert miró a Babette.
Tras un breve silencio, admitió: «No quiero rendirme, pero como ella eligió a Myron, solo puedo aceptarlo y dejarla ir».
Creía que Millie probablemente nunca lo perdonaría por lo que había sucedido en el pasado. Ese pensamiento le pesaba mucho mientras levantaba su copa y tomaba otro sorbo lento de vino.
La sala de estar estaba suavemente iluminada. Cuando bajó la mirada, la luz rozó sus pestañas y proyectó sombras tenues sobre sus pómulos.
El rastro de tristeza en sus ojos lo hacía parecer perdido en una profunda reflexión.
Al ver a Egbert así, Babette sintió una punzada de compasión por él, junto con un resentimiento aún más fuerte hacia Millie.
En su opinión, si no hubiera sido por las burlas de Millie, Egbert nunca habría sufrido tanto.
—Babette, no la conviertas en tu enemiga —dijo Egbert después de otro sorbo de vino—. No hay nada entre nosotros. Desde el principio, solo fueron mis propias esperanzas tontas.
—¡No! Ella fue quien te confundió y te dio falsas esperanzas. ¡Nada de esto es culpa tuya! —replicó Babette sin dudar.
Egbert levantó lentamente la mirada hacia ella, con una expresión inquietante.
—No tienes por qué defenderme —dijo con calma—. Has venido hoy y pensé que era mejor que aclaráramos las cosas. Eres una mujer increíble, pero la verdad es que no estamos destinados a estar juntos.
La inquietud que Babette había sentido antes se convirtió ahora en pánico.
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«¿Por qué no somos el uno para el otro?», preguntó Babette con urgencia. «En Flesta, todo entre nosotros iba bien. Siempre me cuidaste. No lo olvides, tú fuiste quien me salvó al principio. Y después, cuando me encargaba de los negocios del Grupo Watson en Flesta, nunca me pusiste las cosas difíciles. Me ayudaste más que nadie. Cada vez que me metía en problemas, tú eras quien me apoyaba».
Mientras Babette hablaba, los recuerdos de aquellos días pasados inundaron su mente. «Solíamos ser tan cercanos, pero desde que viniste a Crobert y Millie se interpuso entre nosotros, ¡todo dio un giro brusco!».
Cuanto más lo pensaba, más resentimiento sentía. «¿Millie te ha metido ideas en la cabeza?», preguntó con tono agudo y desagradable.
Egbert suspiró profundamente.
Mantuvo la mirada fija en ella durante un momento antes de dejar cuidadosamente su copa sobre la mesa.
«Babette, estás equivocada», dijo con calma. «Conocía a Millie mucho antes de cruzarme contigo. Como te dije antes, la razón principal por la que ayudé al negocio del Grupo Watson fue por ella».
Babette soltó una risa amarga.
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