Sinopsis
Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir.
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Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir – Inicio
En una habitación con poca luz en Crest Villa, Crobert.
Tras su íntimo encuentro, Brandon Watson rozó con los labios el pequeño lunar del pecho de Millie Bennett y luego se incorporó. Con voz distante, dijo: «Divorciémonos».
Millie, aún jadeando por el encuentro, se volvió hacia él lentamente, con una mirada salvaje de incredulidad en los ojos.
Llevaban casados un año. ¿Qué quería decir con eso de que de repente quería el divorcio?
«Tiene cáncer de estómago y solo le quedan seis meses de vida», dijo Brandon mientras encendía un cigarrillo.
El humo se elevó en lentas espirales alrededor de su rostro.
«Su último deseo es ser mi esposa», añadió, casi con indiferencia.
Millie lo miró boquiabierta, atónita. El silencio se extendió por la habitación como la niebla. La lámpara de la mesilla brillaba débilmente, proyectando largas sombras en la pared, que los hacían parecer más distantes de lo que realmente estaban.
Brandon la miró y frunció ligeramente el ceño.
«Es solo para consolarla», explicó. «Nos volveremos a casar dentro de seis meses. No le queda mucho tiempo, Millie».
Su voz era firme, casi distante, como la de alguien que transmite un mensaje que no le concierne.
Millie observó a Brandon en silencio, con la mirada fija en su perfil.
Hablaba como si sus palabras fueran instrucciones, no sugerencias.
Su relación siempre había sido unilateral. Ella la había perseguido desde el principio, atraída por el afecto juvenil.
Había permanecido a su lado durante años, atravesando cada temporada difícil sin abandonarlo.
Millie aún recordaba aquel día, bajo la lluvia torrencial que los empapó a ambos, cuando Brandon se interpuso entre ella y su padrastro, empuñando un palo roto, y dijo con fuego en sus…
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Ese momento se había grabado en su corazón. Incluso cuando estaba débil y sangrando, lo veía a él, inmóvil, protector, feroz.
A partir de ese momento, ella fue suya.
Lo amaba sin descanso, satisfacía sus peticiones con todo lo que tenía, llevándolas a cabo de forma más impecable que nadie.
Él siempre le acariciaba la cabeza, con suavidad y calidez, y le decía en voz baja: «Lo has hecho muy bien, Millie».
Pero los elogios de Brandon nunca duraban, sus besos apenas se quedaban, y cualquier afecto que compartían siempre parecía estar fuera de su alcance. Aun así, Millie se decía a sí misma que él era así.
Incluso cuando los demás la llamaban ingenua, ella se quedó, devota y confiada.
Le había dedicado siete años de su vida.
Un año antes, el abuelo de Brandon, Derek Watson, había enfermado. La familia, con la esperanza de animarlo, decidió que Brandon debía casarse. Quizás la alegría de una boda le daría al anciano algo a lo que aferrarse.
Así que Brandon se casó con Millie.
Ella pensó que por fin había llegado su momento. Pero después de los votos, algo cambió. Él comenzó a alejarse. A veces, la miraba como si fuera una extraña.
«Millie, ¿me estás escuchando?», preguntó Brandon con el ceño fruncido al ver la mirada distante de Millie.
«¿Tiene que ser así?», preguntó ella en voz baja.
Él no respondió. En cambio, dijo: «Está pasando por muchas cosas, Millie».
Millie sintió un nudo en el pecho. «¿Y yo qué?».
Brandon no respondió de inmediato. Sus ojos, oscuros y firmes, brillaron con un atisbo de impaciencia.
– Continua en Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir capítulo 1 –