Mimada por el despiadado jefe clandestino - Capítulo 648
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Capítulo 648:
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La difícil situación de Susanna era innegable: estaba desesperada por sobrevivir. Pero había traicionado la memoria de sus compañeros voluntarios que habían muerto durante los ensayos con drogas, cayendo presa de las manipuladoras mentiras de Eric y Sheri. Aunque ante Khloe se hacía pasar por una víctima inocente, se había convertido en cómplice.
Se produjo un momento de silencio mientras la desesperación llenaba el pecho de Susanna, oprimiéndole el pecho con su peso opresivo. Miró a Khloe, con una expresión en la que se entremezclaban emociones contradictorias. Una pequeña parte de ella esperaba que Khloe estuviera mintiendo.
Pero Khloe permaneció tranquila, inflexible y distante. No habría ayuda.
Finalmente, los ojos de Susanna se oscurecieron y su desesperación se transformó en algo mucho más siniestro. Soltó una risa amarga y enfurecida.
—Khloe, me estás destruyendo. Si yo no puedo vivir, tú tampoco lo harás.
Con un movimiento repentino y violento, sacó un pequeño cuchillo y apuntó a su propio brazo con una locura implacable.
—Si yo muero, tú también morirás.
Si Khloe entraba en contacto con su sangre, sería fatal. Podría haber sido un plan astuto, pero Susanna nunca tuvo la oportunidad de llevarlo a cabo. El cuchillo apenas salió de su mano antes de que el sonido agudo de un disparo resonara en la habitación.
Una sola bala atravesó el pecho de Susanna.
Sus ojos se abrieron de par en par, paralizados por el terror y la incredulidad, mientras se derrumbaba sin vida.
Henrik, que hasta entonces había permanecido en silencio, ahora sostenía una pistola. Su expresión seguía fría, como si no le hubiera afectado en absoluto el disparo que acababa de realizar. Su voz tenía un tono gélido y cortante.
«No eres más que un patético despojo. Incluso cuando la muerte te mira a los ojos, sigues sin comprender cuál es tu lugar».
Los ojos moribundos de Susanna se posaron en Henrik, y sus labios se curvaron en una última y desesperada maldición.
«Khloe, te perseguiré incluso después de muerta».
Eric tenía a la familia Watson detrás de él, y Sheri contaba con el apoyo de la familia Dayton. Susanna no se atrevería a cruzarse en el camino de ninguno de ellos, y mucho menos a provocar a Henrik, cuya crueldad era bien conocida. Pero Khloe era otra historia. Ella solo era la hija repudiada por la familia Evans.
Susanna creía que podía intimidar a Khloe con simples amenazas, asumiendo que el miedo por sí solo sería suficiente para quebrarla. Pero mientras Susanna yacía allí, desangrándose, la maldición sonaba hueca, nada más que una burla cruel e irónica.
La débil sonrisa de Khloe se desvaneció. —Los arrogantes son siempre los más ilusos. No pudiste vencerme en vida y, como fantasma, no te irá mejor. Te aplastarán con la misma facilidad.
Dirigiendo su atención a Sheri, que ahora estaba pálida y visiblemente conmocionada, Khloe dijo: —He oído esas amenazas demasiadas veces como para contarlas. No son más que palabras vacías. Una vez alguien intentó maldecirme también. No funcionó entonces, y lo único que consiguió fue parecer una payasa».
Sheri comprendió inmediatamente que las palabras de Khloe iban dirigidas a ella. El peso de la derrota le oprimía el pecho, robándole la compostura. Su rostro se volvió ceniciento y se desplomó en la silla, incapaz de articular respuesta alguna.
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