Mimada por el despiadado jefe clandestino - Capítulo 634
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Capítulo 634:
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Khloe había albergado sospechas durante mucho tiempo sobre la participación de Eric en su encarcelamiento, aunque carecía de pruebas concretas. Sin embargo, todo quedó claro en el momento en que escuchó la confesión condenatoria de Sloane. Las piezas encajaban perfectamente.
Eric ansiaba poder y prestigio, pero no podía arriesgarse a que nadie descubriera que lo había conseguido con la ayuda de Khloe. En lugar de protegerla de quienes conspiraban contra ella, la había ayudado en secreto, asegurándose de que su caída fuera absoluta.
La revelación puso al descubierto la verdadera naturaleza de Eric, dejando su rostro en una tormenta de inquietud e ira. Enfrentado a la mirada penetrante y desdeñosa de Khloe, su orgullo se derrumbó bajo el peso de su silencioso juicio.
Apretando los labios, Eric luchó por mantener el control. Su voz, fría y aguda, rompió finalmente el silencio. —Tienes razón. Sí, necesito tu ayuda para asegurar mi posición como heredero de la familia Watson. Pero he sido honesto contigo: te estoy ofreciendo matrimonio. Te daré la gran boda que te mereces y me dedicaré a ti por completo. ¿No es eso suficiente? Claro, el tío Henrik puede parecer ahora un caballero de brillante armadura, pero eso es solo el encanto de algo nuevo. Una vez que la novedad se desvanezca, ¿crees que tu historia con él terminará bien? Si realmente terminas con él, consideremos cómo sería tu vida. Él es controlador, frío y totalmente intransigente. Te verías reducida a atender sus caprichos, haciendo todo lo posible para mantenerlo satisfecho. Olvídate de tener tus propias opiniones: vivirías tu vida en deferencia a él. ¿Es ese realmente el tipo de felicidad con la que sueñas?
La sonrisa de autosuficiencia de Eric se hizo más grande. «Pero te conozco mejor que eso, Khloe. En el fondo, odiarías estar asfixiada por un hombre como él. Conmigo, las cosas serían diferentes. Juntos, construiríamos un imperio, una vida de poder e influencia. ¿Qué puede ofrecerte Henrik? ¿Una ilusión fugaz de alegría? Solo yo puedo darte la satisfacción que siempre has merecido. Centrémonos en el futuro, no en los errores del pasado».
Terminó su discurso con un aire de arrogancia tan denso que pareció asfixiar la habitación.
Para cualquiera que lo escuchara, podría haber parecido que Khloe era la que se estaba obsesionando con agravios pasados.
Su descaro era tan espantoso que Khloe se quedó momentáneamente sin habla, conmocionada por la profundidad de su desvergüenza.
Antes de que pudiera responder, un movimiento borroso llamó su atención. Henrik apareció de la nada, acortando la distancia entre él y Eric en un instante. Brutalmente, le dio una patada a Eric en el pecho.
¡Bang! Eric fue enviado a estirarse por el suelo, aterrizando con un fuerte golpe a dos metros de distancia.
El sonido del impacto resonó cuando Henrik se acercó. Plantando su pie firmemente en la garganta de Eric, se inclinó, su mirada más fría que la escarcha del invierno. —Eric, si estás tan ansioso por morir, te complaceré con gusto.
Sin dudarlo, Henrik presionó con más fuerza, su intención era inconfundible, como si desafiara a Eric a cruzar otra línea.
Henrik absorbió cada palabra que Eric pronunció, el significado detrás de ellas golpeó como un rayo. La intención de Eric de sembrar discordia entre Henrik y Khloe era inconfundible.
La revelación encendió una llamarada de furia en Henrik.
A Eric se le cortó la respiración y un escalofrío le recorrió las venas. El pánico nubló su visión y un miedo abrumador se apoderó de él. Sin que él lo supiera, Henrik había estado en la casa todo el tiempo, escuchando. ¿Sería este el momento en que conocería la ira de Henrik?
—Henrik —la voz de Khloe resonó, aguda e inflexible como el hielo. Dio un paso adelante con una calma deliberada, su tono transmitía un aire de firmeza. «Déjalo ir».
La expresión de Henrik vaciló, su mirada se clavó en el rostro de Khloe. Un destello de dolor bailó en sus ojos, pero cedió, bajando el pie y perdonando a Eric. El color volvió al rostro de Eric, y un destello de esperanza iluminó sus rasgos. Khloe, pensó, todavía debe preocuparse por él.
Esa esperanza se hizo añicos un instante después. Las siguientes palabras de Khloe fueron como fragmentos de hielo. «Eric, incluso ahora, te aferras a tus delirios. No has aprendido nada. Es hora de que pierdas lo que más aprecias: tu derecho a ser el heredero de la familia Watson. Solo entonces la realidad te obligará a cambiar».
La confusión y la incredulidad retorcieron el rostro de Eric. «¿Qué estás diciendo?».
Sin ahorrarle una respuesta directa, Khloe cogió el teléfono y llamó a Alan para que escoltara a Eric. Mientras lo sacaban a rastras de la habitación, ella dijo: «Pronto lo entenderás».
El salón quedó en silencio, salvo por el leve susurro de la tela cuando Henrik cambió de postura.
Con Eric fuera, el sofá volcado era la única prueba de que alguna vez había estado allí.
El aire se cargó de tensión, y una incomodidad tácita se instaló entre ellos. Rompiendo el silencio, Khloe soltó una suave tos y murmuró: «De todos modos, no tiene sentido discutir con él…».
Sus palabras se interrumpieron abruptamente cuando Henrik se acercó, presionándola firmemente contra la pared.
Con un movimiento rápido, su brazo izquierdo rodeó su cintura, acercándola, mientras su mano derecha le levantaba la barbilla. Sus intensos ojos se clavaron en los suyos, inflexibles e indescifrables.
Khloe se preparó, esperando que Henrik siguiera su patrón habitual: robar un beso sin previo aviso y dejar que se desarrollara la batalla de voluntades que siempre seguía. Sin embargo, para su asombro, simplemente la miró, en silencio e inescrutable.
Ese silencio la inquietó. Por mucho que lo intentara, no podía descifrar los pensamientos que acechaban detrás de su mirada penetrante. Su inquietud creció bajo su inquebrantable concentración.
Apoyando ligeramente las palmas de las manos contra el pecho de Henrik, giró ligeramente la cabeza, intentando calmar la tensión. «Está bien, no hay necesidad de esto. Lo entiendo mejor de lo que crees».
«¿Me entiendes?». La repentina pregunta de Henrik atravesó sus defensas como una espada.
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