Mimada por el despiadado jefe clandestino - Capítulo 583
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Capítulo 583:
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La línea decía: Hazme daño y perecerás.
Cada palabra estaba grabada con trazos precisos, la nitidez de la escritura transmitía una sensación de urgencia premonitoria. No era solo arte; era una obra maestra que llegaba al alma.
Y había sido creada en apenas quince minutos.
Cualquiera que haya estudiado pintura conoce el reto que supone representar figuras humanas.
La pintura de Lindy del amanecer en la cima logró crear una experiencia inmersiva, atrayendo a los espectadores a la escena como si estuvieran de pie en la cima de la montaña, disfrutando de los dorados rayos del sol. Sin embargo, estaba claro que había tomado un camino familiar.
Los amaneceres y atardeceres eran vistas que muchas personas apreciaban, momentos que habían experimentado personalmente. Esta conexión compartida facilitó que los espectadores se identificaran con la obra de Lindy, evocando una sensación de nostalgia y comodidad.
Sin embargo, la pintura de Khloe estaba en un reino propio.
No se trataba solo de paisajes; había infundido vida a sus figuras, insuflando un alma al lienzo.
Su pintura iba más allá de capturar una escena; parecía registrar el paso del tiempo en sí, mostrando cambios en el mundo y en las vidas humanas. Incluso aquellos que nunca habían puesto un pie en un edificio sin terminar sentían su inquietante vacío a través de su arte. La imagen parecía hacer eco de vidas que nunca habían vivido, épocas que nunca habían visto.
El cuadro difuminaba la línea entre observador y sujeto. Mientras miraban, sentían como si fueran la mujer del lienzo, con su furia y su dolor recorriéndolos. Sin embargo, al mismo tiempo, estaban fuera de ella.
Este cuadro no solo tenía alma, estaba vivo.
Incluso los colores parecían transformarse ante sus ojos. La primera mirada reveló una escena austera y sin color. La segunda, una inundación de rojo vivo. En la tercera, surgió una paleta completamente diferente.
Bajo cada color, las figuras y el paisaje parecían contar una historia diferente, expresando emociones vinculadas de manera única a los tonos.
La familia Dayton se quedó inmóvil, abrumada por la conmoción y el asombro. No salieron palabras; sus expresiones lo decían todo.
¿Esta era la creación de Khloe?
Eric quería negarlo, insistir en que era imposible. Pero había observado a Khloe todo el tiempo, su mano izquierda dando vida al cuadro metódicamente. Nadie más había puesto un dedo en él.
Sus manos se apretaron con fuerza a los lados, su rostro se torció de arrepentimiento. ¿Cómo había podido pasarla por alto?
Mientras la multitud zumbaba con incredulidad, Lindy de repente pareció darse cuenta de algo. Miró a Khloe con furia. «¿Eres blanca?».
Aunque las palabras de Lindy sonaron como una pregunta, su tono transmitía certeza. Sus ojos, llenos de una mezcla de respeto, envidia y asombro, se posaron en Khloe. Después de un momento de contemplación, Lindy admitió su derrota.
Cuando la familia Dayton oyó el nombre White, la conmoción se extendió entre la multitud. Cara, incapaz de contenerse, espetó: «¿Cómo puede ser White?».
El nombre White era sinónimo de misterio y brillantez en el mundo del arte.
Aunque White solo había producido cuatro cuadros, cada uno era una obra maestra, obras de arte asombrosas que podían resistir el paso del tiempo y ser veneradas durante siglos.
Los cuadros de White no solo eran raros, sino que eran tesoros de valor incalculable. Su rareza los convertía en codiciados objetos de colección, cuyo valor crecía exponencialmente con cada año que pasaba.
Las obras de White no solo eran admiradas, sino que también se estudiaban, y sus técnicas ofrecían inspiración y orientación a artistas de todo el mundo.
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