Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 987
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Capítulo 987:
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Carrie entrecerró los ojos, con un atisbo de sospecha en la mirada.
—¿Estás intentando dejarme ganar otra vez?
Él se echó hacia atrás con un encogimiento de hombros. —No, es que así es como suelo jugar.
Carrie exhaló y extendió la mano para otra ronda.
A pesar de sus esfuerzos, Daxton volvió a ganar, y otra vez. Tres partidas, tres derrotas. No tuvo más remedio que dejarle empezar.
Carrie hizo un pequeño puchero, y una pizca de arrepentimiento cruzó su rostro. Por el rabillo del ojo, vio que Daxton la observaba, y en ese instante, una extraña sensación se apoderó de ella, como si ya hubiera perdido antes incluso de empezar la partida.
Sacudiéndose ese pensamiento, enderezó la postura e inclinó la barbilla hacia la caja azul. —Puedes empezar —dijo con frialdad.
Daxton cogió una pieza y la colocó en el tablero.
Carrie estudió su movimiento inicial, con la mente trabajando rápidamente.
Su estrategia era fácil de leer, o eso creía ella. Aunque parecía relajada, cada uno de sus movimientos era calculado, con la mirada aguda mientras intentaba descifrar sus verdaderas intenciones.
La partida se desarrolló a un ritmo constante, cada turno era una prueba de ingenio. Justo cuando Carrie empezaba a sentirse segura, convencida de que había descifrado su estrategia, de repente se dio cuenta de algo alarmante: Daxton la había estado llevando exactamente donde quería desde el principio.
Estaba tan concentrada en atacar que había pasado por alto el panorama general. Mientras ella maniobraba para conseguir la victoria, él había preparado silenciosamente una ruta alternativa para hacerle jaque mate.
Sus piezas rosas estaban listas para el golpe final, pero ahora lo veía: su siguiente movimiento acabaría la partida a su favor. Una ola de resignación la invadió. Exhaló suavemente y se recostó en el sofá, esperando a que él reclamara la victoria.
Con el rabillo del ojo, observó cómo su mano se cernía sobre el tablero y sus largos dedos colocaban delicadamente una pieza. Pero algo no iba bien.
Carrie se enderezó y fijó la mirada en el tablero. La pieza no estaba donde debía estar. Parpadeó incrédula.
Daxton se recostó y señaló sus piezas azules con una sonrisa despreocupada. Su voz era ligera, casi juguetona. —El resultado ya está claro —dijo con suavidad.
Su confianza era tan natural que, por un momento, Carrie casi creyó que realmente había calculado mal.
Pero ella no era tonta. Sonriendo levemente, colocó su pieza rosa con determinación. «Daxton, me has subestimado. Ya has perdido la oportunidad de colocar tu última pieza».
Él miró el tablero, fingiendo arrepentimiento. Luego, con un suspiro a regañadientes, sonrió. —Juguemos otra partida. Solo has tenido suerte.
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