Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 986
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Capítulo 986:
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A veces, decir menos ayudaba a evitar malentendidos.
Después de terminar de comer, Carrie se limpió la boca y miró a Daxton. Él seguía recostado en su silla, hojeando una revista con indiferencia.
Ella dudó un momento, buscando algo que decir. —¿Cuándo vas a volver al trabajo?
Daxton dejó el teléfono y la miró a los ojos. —Hoy no hay nada urgente. Pensé en quedarme en casa y hacerte compañía.
Carrie frunció el ceño. No era una ama de casa típica: tenía guiones que escribir, libros que leer y plazos que cumplir. Siempre había algo que requería su atención y, sinceramente, no necesitaba a nadie que «le hiciera compañía».
Pero las relaciones requerían tiempo y esfuerzo. Aunque ahora compartían hogar, parecía que se comunicaban menos que cuando estaban en la universidad.
Su mirada se posó en el tablero de ajedrez que había en la estantería, una compra impulsiva que había hecho al pasar por una papelería. Desde entonces, había estado acumulando polvo, un juego con el que no tenía con quién jugar.
Volvió a mirar a Daxton, con un brillo travieso en los ojos. —¿Sabes jugar al ajedrez?
—Claro —respondió Daxton con una sonrisa—. ¿Te has olvidado? Solíamos jugar en la universidad y siempre me ganabas. —Le vino un recuerdo: los dos encorvados sobre un tablero de ajedrez en la sala de estudiantes, entre risas y una competición amistosa. Parecía que había pasado toda una vida.
Carrie se levantó y cogió el juego de ajedrez de la estantería, con un brillo juguetón en los ojos. —Bueno, han pasado años. Veamos si te has oxidado o si yo he mejorado.
La sonrisa de Daxton se amplió. —¿Es un reto?
Apagó el teléfono, se lo guardó en el bolsillo y se dirigió al salón. Despejó la mesa de centro y colocó los cojines del sofá sobre la alfombra para crear un espacio acogedor.
Carrie lo siguió con el juego de ajedrez en las manos, cada vez más emocionada.
Daxton cogió la caja, la colocó sobre la mesa y la ayudó a acomodarse antes de sentarse frente a ella.
Abrió la caja y reveló las piezas de ajedrez: delicadas piezas de cristal adornadas con intrincadas flores azules y rosas.
Carrie arqueó una ceja ante la elección estética. —No hay blancas ni negras —señaló con una sonrisa—. Supongo que no hay reglas sobre quién empieza. ¿Qué tal si lo decidimos con piedra, papel o tijera?
—Yo elijo las azules —dijo Daxton, cogiendo las piezas—. Empieza tú.
Carrie levantó el puño, con una mirada desafiante en los ojos. —¿Qué, crees que voy a dejarte ganar? No necesito tu compasión.
Daxton no discutió. Jugaron la primera ronda de piedra, papel o tijera, y las tijeras de Daxton cortaron el papel de Carrie. La cara de Carrie se entristeció ligeramente, pero la sonrisa de Daxton no se alteró. «¿Al mejor de tres?», sugirió, con un brillo travieso en los ojos.
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