Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 982
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Capítulo 982:
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Alza la vista hacia Kristopher, Aliza vio la profundidad de su mirada, llena de emociones indescifrables. Sintió una punzada de inquietud.
Su expresión se agrió y replicó: «¿Por qué me interrogas así?».
A diferencia de otros días, Kristopher no se ablandó. Dijo con firmeza: «Respóndeme. ¿Por qué discutisteis? ¿Fuiste tú a verla o vino ella a verte?».
Aliza tuvo la desagradable sensación de que Kristopher había descubierto algo, una prueba que ella había pasado por alto. Con tanta gente en el hospital, alguien debía de haber visto algo mientras ella estaba distraída. Si Kristopher había acudido con tanta urgencia para enfrentarse a ella, debía de haber encontrado algo importante.
El plan nunca fue infalible; ella solo esperaba que él no indagara demasiado. Sin embargo, ahí estaba él, sin dispuesto a dejarlo pasar. Aliza no esperaba que, incluso después de arriesgarlo todo, incluida su «hija», Kristopher siguiera buscando la verdad detrás de su discusión.
Las palabras de su madre resonaban en su mente: «No seas terca. A veces, admitir la culpa es más eficaz que defenderse. Cuando las pruebas son irrefutables, resistirse solo empeora las cosas».
Tras calcular rápidamente sus opciones, Aliza dejó que las lágrimas se le acumularan en los ojos. Bajó la mirada y habló en voz baja, con un tono teñido de arrepentimiento. «Lo siento, Kristopher. Me equivoqué».
Kristopher se había preparado para negativas, excusas y manipulaciones. Una parte de él incluso esperaba que ella lo negara, que tal vez esta confrontación rompiera la relación que apenas recordaba. Pero la repentina y silenciosa confesión de Aliza lo tomó por sorpresa. Su inesperada vulnerabilidad lo dejó sin palabras.
Cuando el silencio se prolongó demasiado, la ansiedad se apoderó de él. El corazón de Aliza latía con fuerza y su mente iba a mil por hora.
Deslizó discretamente los dedos bajo la manta y se pellizcó el muslo con tanta fuerza que le brotaron lágrimas de verdad.
Su voz temblaba cuando dijo: «Es porque te quiero demasiado. Tú y Carrie siempre habéis estado tan… enredados. Cuando la vi en el hospital, pensé que había ido en secreto a verte. Solo… solo quería hablar con ella, rogarle que se alejara. Tengo un hijo, Kristopher. No quiero que mi hijo crezca preguntándose por qué su padre no ama a su madre. No sabría cómo responderle».
Sus palabras mezclaban la verdad con mentiras cuidadosamente elaboradas, una habilidad que había perfeccionado a lo largo de los años. Cuanto más hablaba, más se intensificaban sus emociones, un miedo genuino mezclado con una culpa calculada.
Kristopher apretó con fuerza el teléfono. Había planeado enfrentarse a ella con el vídeo, una prueba irrefutable. Pero al verla derrumbarse ante él, una ola de culpa lo invadió.
Su determinación flaqueó. Con un suspiro de cansancio, borró el vídeo y guardó el teléfono en el bolsillo. La prueba que podría haberla delatado había desaparecido.
Su expresión se suavizó. Se sentó en el borde de la cama y tomó con delicadeza la mano temblorosa de Aliza. —Quizá yo también tengo parte de la culpa. Intentaré evitar a Carrie a partir de ahora. Aunque no recuerdo nuestro pasado, ni mi pasado con ella, creo que por fin he atado cabos.
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