Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 942
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Capítulo 942:
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La mente de Carrie se aceleró y, antes de que pudiera detenerse, la acusación salió a borbotones. «¿Qué haces aquí? ¡No me digas que me has seguido!».
Sus palabras dieron en el blanco.
Una ola de irritación invadió a Kristopher, agudizando su voz hasta convertirla en un filo cortante. «¿De verdad crees que el mundo gira a tu alrededor? ¿Es esto algún juego al que juegas con los hombres? ¿Manipulándolos como marionetas con hilos? ¿Y ahora te has fijado en tu exmarido?».
Avanzó deliberadamente, cada paso acortando la distancia entre ellos hasta que ella quedó acorralada contra la pared.
Carrie retrocedió instintivamente, con la espalda firmemente apoyada contra la fría superficie, dejando apenas unos centímetros entre sus cuerpos.
Su aliento rozó su rostro, una mezcla de colonia amaderada y el dulzor persistente del champán, creando un efecto vertiginoso que nubló sus sentidos.
Él apoyó las palmas de las manos firmemente en la pared, encerrando a Carrie entre sus brazos.
Con una risa burlona, Carrie replicó: —Kristopher, que te quede claro: yo inicié los trámites del divorcio. ¡Yo terminé contigo! No perdería el tiempo jugando, y menos con alguien de quien decidí alejarme.
La mirada de Kristopher se posó en los labios carmesí de Carrie, y sus duras palabras se desvanecieron en el ruido de fondo. Una abrumadora necesidad de besarla lo invadió de forma inesperada.
La sensación lo transportó de vuelta a aquella noche en el hotel, convencido de repente de que Carrie había sido su misteriosa acompañante. Sin embargo, su mente evocó la imagen contradictoria de ella saliendo del baño de hombres, serena, alerta e indiferente.
Sus pensamientos giraban caóticamente, como piezas cruciales de un rompecabezas que se negaban a encajar.
Al darse cuenta de su distracción momentánea, Carrie aprovechó la oportunidad para esquivar su brazo y correr hacia el salón de banquetes.
Kristopher permaneció inmóvil, mirando el pasillo vacío donde Carrie había desaparecido, antes de golpear con el puño la pared inflexible.
¿Había perdido todo pensamiento racional? ¿Por qué le consumía tan completamente el abrumador impulso de protegerla de aquellos hombres que la obligaban a beber?
Incluso su más leve fruncimiento parecía causarle un dolor físico en el pecho.
¿Quizás no se había resistido? Tal vez solo se trataba de otra actuación calculada de su repertorio. Sí, eso lo explicaba todo. Una mujer que acompañaba voluntariamente a dos hombres a una habitación de hotel no se resistiría de verdad al brindis de un desconocido.
Simplemente disfrutaba manipulando a esos hombres para divertirse.
¡Qué despreciable!
Al darse cuenta de ello, volvió a golpear la pared con el puño antes de enderezarse, arrancarse la chaqueta del traje y tirarla al suelo.
Ahora estaba contaminada, igual que ella.
Recordando que Aliza lo esperaba en el baño, pasó deliberadamente por encima de la chaqueta tirada y fue a buscarla.
Tras la marcha de Kristopher, Aliza y Alethea salieron de su escondite a la vuelta de la esquina.
Alethea se rió con malicia apenas disimulada. —Tu prometido te ha abandonado para rescatar a su exmujer, y tú aquí sigues, fingiendo mantener esta farsa de amistad conmigo.
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