Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 874
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Capítulo 874:
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Pero entonces, una mano se deslizó por su cintura. Fresca. Fuerte. Rodeó su pecho, los dedos rozando, provocando, sin prisas, sin agresividad, casi… reconfortante.
En lugar de pánico, una extraña sensación de calma se apoderó de ella. ¿Por qué estaba permitiendo esto? ¿Era un sueño?
¿O simplemente estaba… demasiado agotada para preocuparse?
Últimamente, se había estresado demasiado, abrumada por las expectativas, la presión y la soledad. Quizá esto era lo que necesitaba: un escape, un momento de abandono imprudente.
«No es para tanto», razonó confusamente. «Los dos somos adultos. Un encuentro casual ya no es nada sorprendente».
Con ese pensamiento, su mano se movió, trazando los contornos de su espalda.
Músculos tensos. Firmes. Estables.
Había algo en su tacto, en su olor, en la fresca fragancia de madera de águila, que le resultaba extrañamente familiar. Kristopher.
Incluso ahora, en ese estado de confusión, pensaba en él. Se rió de sí misma en su interior.
Como si su tacto lo hubiera estimulado, los movimientos del hombre se hicieron más profundos, los dedos presionaban con más insistencia. Una lenta ola de calor recorrió su cuerpo.
Sin querer, un gemido suave y entrecortado escapó de sus labios.
El hombre se quedó inmóvil. Su respiración se entrecortó, de repente más pesada. Entonces, como si algo dentro de él se rompiera, su paciencia desapareció. Su mano se deslizó más abajo, encontrando la cremallera de su falda.
Carrie se arqueó ligeramente, sintiendo el aire fresco en su piel mientras la tela se movía. Una palma firme presionó contra sus curvas. Entonces, un golpe seco e inesperado.
Un jadeo, su propia voz, suave y delicada.
Kristopher se despertó con los restos de un persistente dolor de cabeza. Un intenso y extraño deseo lo invadió al recuperar la conciencia.
Junto a él en la cama yacía una figura, envuelta en la oscuridad de la habitación. Aunque no podía ver su rostro con claridad, su cuerpo reaccionó como si Carrie estuviera a su lado, un sentimiento instintivo que solo había experimentado con ella.
Una suave risa se escapó de sus labios. Debía de estar bajo algún hechizo. Seguro que no podía ser Carrie la que estaba a su lado. Antes de dormirse, había enviado un mensaje de texto a Aliza, confirmando su ubicación en el hotel. Tenía que ser ella la que estaba a su lado, no Carrie.
Kristopher se dio cuenta de que su atracción por Aliza era real, solo necesitaba el momento adecuado para que saltara la chispa.
Suavemente, deslizó la falda de la persona que tenía al lado, plantando suaves besos a lo largo de su estómago, que gradualmente se convirtieron en toques más íntimos. Sintiendo el ligero temblor de su cuerpo, lo tomó como una señal de aliento, continuando su descenso.
Sus labios viajaron más abajo, deteniéndose justo antes de llegar a la parte más íntima de ella. Se sorprendió de su propia audacia.
Se dio cuenta de que ese comportamiento tan natural y tierno hacia una mujer le resultaba inquietantemente familiar, casi instintivo, como si lo hubiera hecho innumerables veces antes.
Las piezas del rompecabezas empezaron a encajar. Recordó su anterior compromiso con Aliza antes de su pérdida de memoria. Una intimidad tan apasionada debía de estar impulsada por un amor profundo y duradero.
Sin pensarlo dos veces, profundizó en el beso.
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