Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 834
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 834:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Pudo ver a la persona que estaba frente a ella, y se quedó completamente desconcertada en ese momento.
Allí estaba él, Kristopher, con el pelo bien peinado, vestido con una camisa blanca con las mangas remangadas hasta los codos, mostrando sus antebrazos musculosos, mientras sostenía algunas verduras en la otra mano.
Kristopher se sorprendió igualmente al ver a Carrie en la puerta de su casa. Sus ojos la examinaron rápidamente: vestía una sencilla camiseta blanca y vaqueros, ambos de alta calidad, pero no ostentosamente lujosos. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, lo que realzaba su aspecto juvenil y universitario.
Era la primera vez que la veía vestida de forma tan informal, una completa desviación de la imagen que tenía de ella como alguien centrado en ascender en la escala social.
Entonces se dio cuenta: su implacable afán de éxito, sin hacer alarde de riqueza alguna, dejaba claro que no solo buscaba riquezas superficiales.
Buscaba algo mucho más significativo. Qué ambiciosa.
Se quedaron uno frente al otro, en silencio e inmóviles.
Mientras persistía el incómodo silencio, Doris se acercó con una espátula en la mano. —Carrie, ¿estás aquí? Por favor, entra.
Kristopher volvió a la realidad, soltó el pomo de la puerta y se hizo a un lado para dejar entrar a Carrie.
Su rostro permaneció inescrutable y la trató como si fuera una conocida más.
Al darse cuenta de esto, Carrie desvió su atención de él hacia Doris, y su expresión se transformó en una sonrisa. «Doris, siento molestarte». Mientras hablaba, le entregó el regalo que había traído.
Doris rechazó el regalo, sacudiendo la cabeza con un suspiro. «No tenías que traer nada. Tu visita es más que suficiente. Ya has cubierto el coste de la medicina y la consulta».
Pudo ver a la persona que estaba frente a ella, y se quedó completamente desconcertada en ese momento.
Allí estaba él, Kristopher, con el cabello prolijamente peinado, vestido con una camisa blanca con las mangas remangadas hasta los codos, mostrando sus antebrazos musculosos, mientras sostenía algunas verduras en la otra mano.
Kristopher se sorprendió igualmente al ver a Carrie en la puerta de su casa. Sus ojos la escudriñaron rápidamente: vestía una sencilla camiseta blanca y vaqueros, ambos de alta calidad, pero no ostentosamente lujosos. Llevaba el pelo recogido en una coleta alta, lo que realzaba su aspecto juvenil y universitario.
Era la primera vez que la veía vestida de forma tan informal, una completa desviación de la imagen que tenía de ella como alguien centrado en ascender en la escala social.
Entonces se dio cuenta: su implacable afán de éxito, sin hacer alarde de riqueza alguna, dejaba claro que no solo buscaba riquezas superficiales.
Buscaba algo mucho más significativo. Qué ambiciosa.
Se quedaron uno frente al otro, en silencio e inmóviles.
Mientras persistía el incómodo silencio, Doris se acercó con una espátula en la mano. —Carrie, ¿estás aquí? Por favor, pasa.
Kristopher volvió a la realidad, soltó el pomo de la puerta y se hizo a un lado para dejar entrar a Carrie.
Su rostro permaneció inescrutable y la trató como si fuera una conocida más.
.
.
.