Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 827
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Capítulo 827:
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Hablaban, reían, su sonrisa era brillante, natural. Le había sonreído así a Kyson. A Daxton. Pero nunca a él.
Kristopher apretó los ojos, tratando de enfocar las imágenes borrosas. El hombre… Era una celebridad menor. ¿Stewart Lopez? Algo así.
Recordaba vagamente haber conocido a Stewart una vez, cuando visitó a Lise en el set. Stewart había sido el protagonista masculino, callado, introvertido, rígido en la conversación. Kristopher no había pensado mucho en él en ese momento. Kristopher sabía que Carrie era actriz. ¿Actuó también con Stewart?
Su mente daba vueltas. Recordó a Lise en el plató, su fría indiferencia hacia todos los actores masculinos. Tanto Lise como Carrie se habían enredado con él por su dinero, pero incluso después de su ruptura, Lise había permanecido en su órbita.
Pero Carrie… Mientras aún ostentaba el título de Sra. Norris, se había rodeado de supuestos colegas y amigos, enredándose con otros hombres.
Una ira enfermiza se enroscó en su pecho. Su cabeza latía como si su cráneo se estuviera partiendo en dos.
Kristopher había soportado dolor antes: heridas profundas, huesos destrozados, cirugías sin anestesia. Había apretado los dientes durante todo eso. ¿Pero esto? Esto era insoportable.
Sus dedos presionaron con fuerza su sien, apretando el puño como si pudiera exprimir físicamente el dolor. Entonces, un toque frío. Una mano pequeña y fría cubría la suya.
Una voz, ligera, sin emoción, pero extrañamente tranquilizadora, se deslizó sobre él. «Toma. Un sorbo de agua fría podría ayudarte». Era Carrie.
Su tono no transmitía calidez, solo una impaciencia apenas velada. Y, sin embargo, su voz se sentía como una brisa que cortaba el calor sofocante. Como agua que gotea sobre la piel en llamas.
Carrie estudió su expresión, confundiendo su dolor con un golpe de calor severo. Solo había querido darle la botella y marcharse, pero cuando él no hizo ningún movimiento para tomarla, la irritación se reflejó en su rostro.
Abrió el tapón, se sentó a su lado y le acercó la botella a los labios. —Sr. Norris, ¿podría abrir la boca? —dijo.
Kristopher se movió, volvió bruscamente a la realidad. Alcanzó la botella, pero su mano temblaba. El agua se derramó sobre el borde, sobre él y sobre Carrie. Durante un segundo, se quedó inmóvil. Ya había visto esto antes. Un derrame. La expresión de disgusto de Aliza, fugaz, pero inconfundible.
Su prometida había retrocedido ante él. Una curiosidad enfermiza se le retorció en las entrañas. ¿Carrie reaccionaría igual? ¿Se apartaría, con el rostro retorcido por la repulsión?
¿Se limpiaría las manos con disgusto, fingiendo que no le importaba, mientras deseaba en secreto no haberlo tocado nunca? ¿Lo miraría como lo hizo Aliza?
Solo de pensarlo, se le oprimió el pecho. Ya podía verlo: el rostro de Carrie se retorcía de asco, sus labios apretados en una repulsión apenas contenida.
Una oleada de ira, aguda e implacable, se apoderó de él. Apretó con más fuerza la botella de agua y, con un movimiento repentino y violento, la arrojó al suelo. —¡Piérdete! —Su voz era áspera, llena de frustración—. No necesito tu falsa compasión.
Respiraba de forma irregular, el pulso le latía con fuerza en los oídos. —He tenido un accidente de coche. No estoy lisiado. —Su tono se volvió cortante, casi burlón—. ¿Quieres fingir que te compadeces de mí? ¿Qué es esta vez? ¿Dinero? ¿Acciones?
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