Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 1057
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Capítulo 1057:
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Carrie, despojarla de su imagen impecable y ver cómo la Asociación Musical la expulsaba en desgracia. Cuanto más lo imaginaba Aliza, más aliviada se sentía. Aunque los dedos también la señalaran a ella, el daño a Carrie sería irreversible.
Con ese brillo triunfante en los ojos, Aliza dio un paso adelante y dijo: «Señora Campbell, nunca pensé que sería capaz de rebajarse tanto como para meterme en esto. ¿Qué es exactamente lo que está tratando de demostrar? Si plagio el trabajo de Randell, ¿qué tiene eso que ver con usted? ¿Cree que exponerme limpia su nombre? ¿Está lanzando acusaciones desesperadamente?».
Su voz resonaba con confianza, pero a mitad de su perorata, notó algo inquietante. Carrie estaba allí de pie. Sonriendo. Observándola en silencio, como si Aliza fuera una niña haciendo una rabieta en una habitación llena de adultos.
Y eso la desconcertó. ¿Podría Carrie demostrar realmente que no había plagiado? ¿Y si ya había pagado al compositor de Randell, silenciándolo antes de que pudiera hacer ningún daño?
Los pensamientos de Aliza daban vueltas en su cabeza. Su certeza se tambaleó.
—Por supuesto —dijo, alzando de nuevo la voz, ahora un poco más aguda—, la familia Morrison tiene poder e influencia. Si estás utilizando tu dinero o tus contactos para presionar al compositor de Randell para que te cubra, entonces no hay nada más que decir.
Exhaló, creyendo que había recuperado la ventaja. Esa última frase, pensó, era un golpe maestro. Sembró la duda suficiente para enturbiar las aguas.
Aunque Carrie no hubiera hecho nada por el estilo, la semilla ya estaba plantada en la mente de todos.
La familia Morrison, firme en su convicción de que Carrie nunca se rebajaría al plagio, comenzó a sospechar que la familia Herrera había sobornado al compositor para que falsificara pruebas contra Carrie.
Arion comenzó a levantarse de su asiento, con la mandíbula apretada. Pero una mano le agarró la muñeca. Bajó la vista. Era Luca.
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—Confía en Carrie —dijo Luca en voz baja.
—Ella puede manejar esto.
A su lado, Reece asintió en silencio.
—Sí —murmuró—.
Yo también confío en ella.
Arion dudó, luego se hundió en su silla. A su alrededor, su familia se inclinó hacia adelante, observando el escenario en un tenso silencio.
Carrie inclinó ligeramente la cabeza, con una postura relajada y una voz tranquila, casi aburrida.
—Señorita Herrera, ¿ha terminado? ¿O tiene alguna otra teoría que quiera compartir con nosotros?
No había ira en su tono, solo indiferencia. Su calma era inquietante, como si fuera alguien ajena al drama que se desarrollaba ante ella.
Cuando Aliza no respondió, Carrie continuó con voz firme: —Me gustaría preguntarle algo. ¿Por qué tengo que demostrar mi inocencia? ¿Qué norma concreta de la Asociación Musical prohíbe la coherencia estilística entre mi evaluación y la obra que he compuesto y que se ha publicado comercialmente?».
El público se quedó en silencio de golpe y la gran sala se sumió en un tenso silencio. Durante un instante, nadie pudo comprender el significado que se escondía tras las palabras de Carrie.
Kendall frunció el ceño y se inclinó hacia delante.
—¿Estás insinuando que tú eres la compositora de Randell?
—¡Eso es imposible! —espetó Aliza, con la voz quebrada por la indignación. Continuó hablando sin darse cuenta de que estaba perdiendo la compostura.
—Sr. Watson, ¿cómo puede creer las afirmaciones tan absurdas de Carrie?
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