Mi exesposo frio quiere volver conmigo - Capítulo 1007
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Capítulo 1007:
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Sus ojos ya no reflejaban admiración, afecto ni posesividad. En cambio, transmitían la calidez y la ternura del amor de un hermano mayor por su hermana.
La voz de Carrie era suave. «Gracias, Kyson».
Apreciaba su respeto por sus sentimientos, su amistad inquebrantable y su elegante aceptación de su decisión.
La mirada de Kyson se posó brevemente en su vientre mientras le dedicaba una sonrisa esperanzada. «Puede que no sea el padre, pero ¿podría ser el padrino?».
—¡Por supuesto! El bebé tendrá mucha suerte de tenerte como padrino —respondió Carrie con calidez.
Sus sonrisas se cruzaron en un gesto de complicidad y Kyson sugirió: —Sellémoslo con una promesa de meñiques.
Carrie miró el meñique que él le ofrecía y unió el suyo con firmeza. —¡Es una promesa!
En una villa apartada de Isonridge, Kristopher estaba recostado en el sofá con actitud indiferente, el brazo apoyado en el respaldo y un cigarrillo encendido colgando de los dedos, cuyo humo se elevaba en espirales en el aire. Solo cuando el cigarrillo estuvo a punto de quemarle los dedos, y el calor le provocó una fuerte molestia, se levantó para apagarlo en el cenicero de cristal que había sobre la mesa.
Masajeándose la frente tensa, Kristopher luchaba contra una profunda sensación de inquietud. Cuanto más lo pensaba, más extraños y perturbadores le parecían los recientes acontecimientos.
En ese momento, se acercó su asistente con una pila de contratos de la empresa. Kristopher cogió un bolígrafo, dispuesto a firmar, pero dudó al ver la actitud de su asistente.
De repente, preguntó: «¿Cuándo vuelve Oliver?».
El rostro del asistente cambió sutilmente, bajó la mirada para ocultar su incomodidad y murmuró: —La situación allí es bastante compleja. No estoy al tanto de los detalles. Usted y Oliver se encargaban directamente de esos asuntos antes de que perdiera la memoria recientemente, así que estamos un poco desinformados.
La respuesta fue impecable. Oliver era desde hacía mucho tiempo un colaborador cercano de Kristopher, en quien confiaba para sus asuntos más delicados.
Sin embargo, era inusual que Oliver estuviera ilocalizable durante tanto tiempo, independientemente de la delicadeza de sus tareas.
—Entendido —respondió Kristopher, revisando rápidamente los contratos. Satisfecho de que no hubiera ningún problema, firmó en la parte inferior.
—Gracias, señor Norris —dijo el asistente, recogiendo los documentos y preparándose para salir.
Kristopher se hundió en el sofá, con el ánimo decaído por el peso de las preguntas sin respuesta.
Kristopher sacó su teléfono y abrió la conversación con Oliver. El mensaje más reciente, de hacía una semana, mencionaba que el proyecto avanzaba lentamente y que se necesitaba más tiempo.
Desde que recuperó la conciencia, Kristopher no había visto a Oliver, pero seguía recibiendo comunicaciones intermitentes de él, alternando entre mensajes de texto y mensajes de voz.
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