Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 989
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Capítulo 989:
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Se volvió bruscamente hacia Linsey, con expresión severa. «Linsey, acepté cuidar de ti, no de él».
Linsey le devolvió la mirada, pero no respondió de inmediato, sopesando cuidadosamente sus palabras.
Bajo su silencio pensativo, todos los argumentos que Gorman había ensayado parecieron disolverse antes de llegar a sus labios, dejándolo inesperadamente sin habla.
Después de un momento, Linsey habló con sincera tranquilidad. —Gorman, te estoy muy agradecida por todo lo que has hecho, y Collin también. Todavía te estás recuperando, y ya sea por gratitud o por amistad, necesito estar aquí hasta que te recuperes.
Hizo una pausa, miró a Collin y continuó: —Collin y yo aún no nos hemos vuelto a casar, pero no somos diferentes a cualquier otra pareja. Estamos hechos el uno para el otro. Cuando me ayudas, también le ayudas a él, y cuando él se preocupa por ti, es como si lo hiciera yo.
Collin sintió que la frustración que había sentido antes se desvanecía por completo ante sus palabras. Gorman mantuvo la mirada fija en Linsey durante lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente apartó la vista, incapaz de sostenerla más. Algo brilló en su rostro, mientras las emociones se agitaban como sombras bajo la superficie.
La verdad se impuso con brutal claridad. Las palabras de Linsey no eran solo una explicación, sino una declaración de que ella y Collin estaban unidos, inseparables una vez más.
A medida que la comprensión lo invadía, Gorman inclinó lentamente la cabeza y soltó una risa amarga que no tenía nada de humor.
Todos esos años de intentarlo, de esperar, y aún así no había podido conquistar su corazón. Sin embargo, Collin solo había necesitado susurrar unas pocas palabras tiernas para que Linsey volviera a su lado sin pensarlo dos veces.
Durante días, Gorman había intentado convencerse de que debía dejar marchar a Linsey. Sin embargo, era incapaz de abandonar la esperanza, siempre alimentando la obstinada idea de lo que podría haber sido.
Se torturaba con posibilidades: si años atrás, cuando conoció a Linsey, la hubiera conquistado sin dudarlo, quizá ahora sería él quien estaría a su lado, en lugar de observarla desde las sombras.
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Linsey observó la expresión de tristeza de Gorman y sintió una sincera compasión por su silencioso sufrimiento.
Suavizando el tono, le sugirió: —Gorman, ¿qué tal si te ayudamos a lavarte bien el pelo? Te sentirás mucho más fresco con el pelo limpio.
Esas palabras pillaron a Gorman desprevenido, dejándolo momentáneamente paralizado al darse cuenta. Solo entonces se dio cuenta de que, mientras se recuperaba en el hospital, aparte de unas cuantas toallitas rápidas, no se había lavado realmente.
No necesitaba un espejo para imaginar el estado de su cabello; podía sentir el desastre con solo pasar la mano por él.
Normalmente, no le habría importado mucho su aspecto. Sin embargo, hoy, con Linsey allí de pie, cada mechón rebelde parecía magnificarse.
Cuanto más lo pensaba, más vergüenza sentía, y sus mejillas se sonrojaron notablemente.
Sin esperar su respuesta, Linsey no perdió tiempo y se dirigió directamente al baño contiguo.
Mientras caminaba, le lanzó una petición por encima del hombro. —Collin, voy a preparar agua tibia. ¿Puedes ayudarme a sujetar a Gorman para que podamos lavarle el pelo?
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