Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 959
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Capítulo 959:
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Dustin ya podía adivinar por qué.
Saber que Dolores estaba con alguien en quien confiaba le reconfortaba un poco. No quería que ella se viera envuelta en este lío. Sentía que era una carga que debía llevar solo.
Dustin respiró hondo. Tenía tantas cosas que decir, pero se limitó a unas pocas palabras. «Dolores, cuídate».
Al otro lado, Dolores se quedó sentada en silencio, con lágrimas rodando por el dorso de su mano.
Lo entendió perfectamente.
No podría verla durante mucho tiempo.
A estas alturas, estaba segura de que a su madre no le gustaba nada.
Y ahora entendía por qué Linsey había insistido en que usara el teléfono de Collin.
Era la única forma segura. La madre de Dustin no podía rastrearlo.
Se le hizo un nudo en la garganta. Tragó saliva y dijo en voz baja: «Lo haré».
Solo dos palabras, pero le pesaban en la lengua.
Después de un momento, añadió con voz temblorosa: «Tú también».
Entonces se hizo el silencio entre ellos. Solo se oía el sonido de su respiración.
De repente, sonó el claxon de un coche, devolviendo a Dustin al presente. El semáforo había cambiado a verde y el coche de detrás estaba tocando el claxon.
Arrancó el coche de nuevo, con las manos temblorosas sobre el volante.
Habiendo renunciado a ir a casa de Collin, Dustin no sabía adónde ir. No importaba la dirección que tomara, su madre lo estaba observando. Ella sabría cada movimiento, cada respiración.
¿Intentaría controlar cada parte de su vida a partir de ahora?
La idea lo heló y su cuerpo se tensó.
—Se está haciendo de noche, Dustin. Deberías irte a casa —dijo Dolores con suavidad. Estaba sentada sola en el balcón, mirando el cielo que se oscurecía, con una expresión indescifrable.
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Dustin apretó el volante al oír su voz. —Dolores, ¿me esperarás? —preguntó, casi en un susurro. Luego, con más firmeza, añadió—: Espérame. Encontraré una manera.
Dolores bajó los ojos, ocultando la tristeza que había en ellos. «Está bien, te esperaré». Por fin, una sonrisa sincera se dibujó en los labios de Dustin.
«Tenemos que ser fuertes, Dolores. Piénsalo: Collin y Linsey pasaron por mucho, pero al final lo lograron. Nosotros también podemos. No nos rindamos el uno al otro, ¿de acuerdo?». Su voz se iluminó, llena de una esperanza que no podía ocultar.
Dolores no podía ver el rostro de Dustin, pero podía imaginar la alegría que reflejaba.
Sonrió levemente, aunque sus ojos se nublaron con lágrimas.
Para ella, su situación no era la misma que la de Linsey y Collin.
Los problemas entre Linsey y Collin eran cosa suya.
Pero lo que se interponía entre ella y Dustin era su madre, y su desaprobación no era algo que se pudiera solucionar con palabras.
Dolores nunca había sido de las que suplicaban aceptación, especialmente de alguien que la había rechazado desde el principio.
Linsey le había dado amablemente la oportunidad de acercarse a Dustin, pero Dolores sabía que solo era para decir adiós.
Estaba agradecida de que sus sentimientos no hubieran llegado a ser demasiado profundos.
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