Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 946
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Capítulo 946:
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La declaración golpeó a Joanne como el viento invernal, dejando un zumbido hueco en sus oídos.
—No —jadeó, sacudiendo la cabeza con vehemencia instintiva—. ¡No iré a la cárcel por Haven! Sr. Walton, no puede hacer esto… —Su voz se quebró, pero luego se fortaleció—. Usted sabe tan bien como yo que nunca podría controlar a Haven. Una vez que se le mete algo en la cabeza, se vuelve tan inquebrantable como una roca.
Los labios de Kase se curvaron en una sonrisa despectiva. —No es más que una tonta —comentó, con palabras precisas y cortantes—. ¿A quién le importan sus decisiones? El mundo juzga los resultados, no las intenciones. Por desgracia, poseía inteligencia sin sabiduría.
Entrecerró los ojos mientras estudiaba a Joanne con el interés clínico de un coleccionista que evalúa una adquisición. —Te falta la presencia impactante de Haven, pero la cautela es mejor que la belleza en asuntos delicados. Precisamente por eso podrías resultar valiosa donde ella fracasó.
El silencio entre ellos se hizo pesado antes de que él añadiera con burla sedosa: «Confío en que seas lo suficientemente sensata como para reconocer qué elección preserva tu futuro».
La expresión de Joanne se relajó y su conciencia se retiró como para protegerse de aquella brutal revelación.
Nunca había imaginado que la indiferencia de Kase hacia Haven pudiera ser tan profunda, tan absoluta.
La verdad se cristalizó con terrible claridad: Haven nunca había sido familia, solo una ficha que se avanzaba y se retiraba según la utilidad. ¿Cuántas noches había pasado Joanne despierta, envidiando las circunstancias de Haven?
Ahora, al ver la realidad empañada, no sentía más que una profunda y dolorosa lástima por la mujer.
—Señor Walton, ¿de verdad espera que me acerque a Collin? Ya lo ha visto usted mismo: Collin solo tiene ojos para Linsey —dijo Joanne, riendo con torpeza.
Antes de que pudiera decir nada más, Kase la interrumpió con frialdad. —Collin no es el único hombre poderoso en Grester.
Los ojos de Joanne se iluminaron. —¿Te refieres a…?
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Kase la interrumpió de nuevo. —Por supuesto. Me refiero a Dustin Wade, el que ayuda a Collin a dirigir CR Corporation.
En el parque de atracciones más grande de Grester, Dolores caminaba con dificultad detrás de Dustin, completamente agotada. Dustin, por su parte, llevaba a Zenia y Zander con facilidad.
«Pequeños granujas, ¿a qué queréis jugar ahora?», preguntó alegremente.
Dolores casi gimió. Solo oír eso le hunde el alma.
Si hubiera sabido que cuidar niños sería tan agotador, habría preferido enfrentarse a los obstinados miembros del consejo de administración de la empresa. Al menos ellos no corrían de un lado a otro.
Tomó una decisión: en cuanto volvieran, Linsey le debía una.
—Tengo hambre —dijo Zenia, dándose palmaditas en la barriga.
En cuanto lo oyó, Zander perdió todo el interés por jugar. —Dustin, Zenia tiene hambre. ¡Vamos a por algo de comer!
Dolores se animó al instante.
Menos mal. Por fin, un descanso.
Dustin arqueó una ceja. —No hay problema. ¿Qué te apetece comer?
Después de escuchar las elecciones de los niños, Dustin se volvió hacia Dolores. «¿Y tú? ¿Quieres algo?».
«Me da igual», respondió ella con una leve sonrisa.
En ese momento, lo único que quería era un lugar donde sentarse y respirar.
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