Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 913
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Capítulo 913:
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Aquellos hombres armados los rodearon no sólo para impedir su huida, sino…
Al darse cuenta, un escalofrío de terror recorrió sus venas y transformó su expresión en una de terror absoluto.
En ese mismo latido, el rostro de Gorman se endureció hasta convertirse en piedra. Con práctica rapidez, sacó una elegante pistola de debajo de su traje nupcial y apuntó directamente a Collin.
La visión del arma apuntando a Collin provocó una onda expansiva en el pecho de Linsey.
«¡Collin!»
Su grito salió de su garganta mientras se lanzaba temerariamente hacia el brazo extendido de Gorman, abandonando toda precaución.
La sala estalla en caos, los gritos rebotan en el aire como balas perdidas.
Linsey se desplomó en el suelo, sólo para ser violentamente tirado hacia arriba por Gorman un instante después.
«¡Linsey! ¿Te has vuelto loca?» Gorman la fulminó con la mirada, conmocionado. Su voz vibraba con rabia volcánica y frustración. «¡Es una pistola cargada! Si no hubiera sujetado la mano, esa bala te habría atravesado».
La claridad atravesó la niebla de confusión de Linsey.
Su corazón retumbó contra su caja torácica con tal fuerza que temió que pudiera atravesarle el pecho.
Sin detenerse a recuperar el aliento, se volvió hacia Collin, encontrándolo atrapado por los secuaces de Gorman, completamente atrapado en su jaula humana.
Milagrosamente, salió ileso.
La bala, desviada por su intervención desesperada, se había incrustado en la pared cercana, dejando sólo un cráter silencioso.
Como atraído por hilos invisibles, Collin se volvió lentamente para encontrarse con su mirada. Sus ojos familiares contenían una tempestad de emociones demasiado profundas para las palabras.
En ese momento eléctrico, Collin no necesitó ninguna declaración verbal de Linsey.
No sentía amor por Gorman.
Su corazón seguía siendo, como siempre, irrevocablemente suyo.
«¡Linsey!» La voz de Gorman rompió el silencio, la emoción cruda amenazando con romper a través de su fachada.
Con la desesperación arañándole la garganta, volvió a pronunciar su nombre, soltando una risa amarga que se burlaba de su propia miseria.
«¿Por qué? ¿Por qué no me quieres? Collin no ha cambiado en cuatro años», susurró Gorman, cada palabra deliberada, «y yo tampoco. ¿Qué te atrae de él mientras me dejas en la sombra?».
Linsey se dio la vuelta.
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