Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 878
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Capítulo 878:
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Las lágrimas amenazaban con derramarse, la tristeza crecía cuando la realidad de la desaparición de la madre y la hermana de Zander se abatía sobre él. A pesar de sí mismo, encontró un atisbo de consuelo en la presencia de aquel desconocido, aquel hombre que decía ser su padre.
Su tono seguía siendo obstinado, pero los muros que rodeaban su corazón empezaban a resquebrajarse.
«No sé adónde han ido», murmuró Zander, con voz apenas firme. «Mamá se enfadó porque me escapé. Ahora ya no me quiere».
Collin se quedó sin aliento al ver que Zander empezaba a llorar. Sin vacilar, extendió la mano y la pasó suavemente por la cabeza de Zander.
«Eso no es verdad. Tu madre nunca te dejaría por elección propia. Te quiere demasiado para eso. Algo debe haber pasado, algo que no pudo evitar».
Los pensamientos se agolpaban en su mente; intentaba encontrarle sentido a todo aquello. Por lo que sabía de Linsey, nunca abandonaría a sus hijos a menos que la situación no le dejara otra opción. Fuera lo que fuera lo que la hizo huir, tenía que ser algo serio.
Resoplando, Zander se dio cuenta de repente. Levantó la muñeca y tocó rápidamente la pantalla de su reloj inteligente.
«Llamaré a mamá», dijo, con la respiración entrecortada. «Debería haber contestado antes. Intentó localizarme y no contesté. Es culpa mía. Me he portado mal. Tengo que pedirle perdón a mamá».
Los ojos de Collin se desviaron hacia el reloj inteligente en la muñeca de Zander. No podía quitarse de la cabeza la idea de que el chico se había escapado esa misma mañana, probablemente para hacer una llamada secreta.
«¿Has podido hablar hoy con tu madre?», preguntó con dulzura.
Zander sacudió un poco la cabeza. «Sólo hablé con mi hermana un segundo».
Sin decir nada más, Zander bajó la mirada y tecleó el número de Linsey. El reloj inteligente emitió una larga cadena de pitidos, pero nadie respondió. Le temblaron los labios. La llamada se cortó sin respuesta y se apresuró a marcar de nuevo, aferrándose a la esperanza.
Sin embargo, nadie contestó.
«No contesta», susurró, con la voz entrecortada. «Mamá está enfadada. No quiere hablar conmigo…»
Se le llenaron los ojos de lágrimas y el arrepentimiento le golpeó como una ola. En ese momento, deseó poder retroceder hasta aquella mañana. Si hubiera sabido que mamá se enfadaría tanto, nunca se habría escapado.
Desesperado por tener noticias de alguien, Zander intentó un nuevo enfoque. «Probaré con mi hermana», murmuró, marcando el número de Zenia.
Pero esa línea también se quedó en silencio. Incluso los mensajes que enviaba quedaban sin respuesta.
Una lágrima se derramó y cayó sobre la pantalla, emborronando el reloj digital que había debajo. Un suspiro tembloroso salió de sus labios, seguido de un sollozo entrecortado.
«Me ignoran. Mamá y mi hermana ya no me hablan…»
La confusión se instaló en el ceño de Collin. Algo no encajaba. No creía ni por un segundo que Linsey ignorara a su hijo a propósito. Aunque estuviera enfadada, ella no era así.
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