Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 851
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Capítulo 851:
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Una sonrisa lenta y amarga se dibujó en su rostro. Sus ojos ardían con una luz obstinada y herida. «Dime, Linsey. ¿A qué estás jugando? ¿Sigues colgada de él? ¿Has vuelto a Grester sólo para volver con él?».
Linsey miró a Gorman con incredulidad, viendo cómo su rostro se retorcía en una máscara casi grotesca de emoción cruda y sin filtrar.
Como era de esperar, él seguía pensando que ella podría reconciliarse con Collin.
¡Nunca debió sentir compasión por él!
Su respiración se aceleró y se dio cuenta con una claridad brutal: Gorman estaba haciendo esto a propósito. Después de ver el vídeo de ella y Collin, había traído deliberadamente a los niños aquí, agitando las aguas, maquinando para crear el caos.
«Mamá…» La pequeña y temblorosa voz de Zenia atravesó la espesa tensión, sus palabras entrecortadas por sollozos reprimidos, un destello de miedo recorriendo su inocente rostro.
El sonido hizo que Linsey volviera en sí. Cogió en brazos a Zenia, que tenía los ojos rojos, y la abrazó con fuerza. «Cariño, no pasa nada. Todo está bien ahora».
Pero Gorman parecía completamente indiferente a la angustia de la niña. «Linsey», empezó diciendo, «déjame recordarte que ahora tiene una nueva prometida. Haven, la hija de la familia Walton. Ivy la aprecia mucho más de lo que te apreció a ti. Haven no tardará en convertirse en su esposa».
«¿Y qué?» Linsey respondió fríamente. «No podría importarme menos».
Gorman soltó una risita baja y turbia. «¿Ah, sí? ¿Y si te dijera que planean quitarte a Zander?».
Aquellas palabras hicieron que su corazón cayera en picado, tambaleándose violentamente en su pecho. Zenia, callada hasta el momento, se puso rígida entre sus brazos y alzó la voz alarmada. «¿Quién se va a llevar a Zander?»
Gorman arqueó una ceja y se agachó junto a ellos, alargando la mano para alisar el pelo de Zenia en un simulacro de afecto.
Su tacto era suave; sus palabras, como cuchillos. «Zenia, el hombre que acabas de ver… ¿no se parece muchísimo a Zander?»
«¡Gorman!» espetó Linsey, con la voz temblorosa por la rabia, mientras ponía sus frías manos sobre las orejas de Zenia. Las lágrimas le ardían en las comisuras de los ojos. «¿Cómo te atreves a decirle esas cosas?
Sí, Collin había visto a Zenia.
Pero los rasgos de Zenia se parecían más a ella. Sólo un ojo perspicaz captaría el sutil parecido con Collin.
Cuando Collin vio a Gorman de pie junto a Zenia, casi con toda seguridad supuso que el niño era de Gorman, sin sospechar nunca la verdad. Después de todo, en el momento de su divorcio, él creía que ella no había estado embarazada.
Si a eso le sumamos su comportamiento gélido e inaccesible desde entonces, Collin nunca soñaría que ella había dado a luz a sus hijos en secreto.
Aquel pensamiento hizo que las manos de Linsey se cerraran en puños temblorosos.
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