Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 642
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Capítulo 642:
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En el otro extremo, Myla compartió una compleja situación que involucraba a Collin. Escuchar la voz de Linsey despertó un profundo dolor en Collin. Se preguntó qué había descubierto Linsey que le impedía tenderle la mano.
Collin inhaló profundamente y asintió a Myla.
Con una ligera tensión en la voz, Myla preguntó suavemente: «Linsey, ¿tienes un momento ahora?».
Sintiendo que aumentaba la preocupación, Linsey se sentó más erguida. «¿Va todo bien? Por favor, siéntete libre de hablar abiertamente».
Myla sintió una oleada de culpabilidad al oír la amabilidad en la voz de Linsey. Era difícil engañarla.
Con una fugaz mirada a Collin, Myla se apresuró a decir: «Linsey, el fundador de CR Corporation ha venido a nuestra casa exigiendo que te entreguemos…».
Antes de que pudiera dar más explicaciones, uno de los hombres de Collin intervino y le arrebató el teléfono de la mano.
«¡Basta!», le espetó a Myla.
La actitud de Linsey cambió a una de urgencia. «¿Qué está pasando, Myla?»
¿La exigencia del fundador de CR Corporation de que la entregara? En el momento en que ese pensamiento cruzó su mente, la expresión de Linsey se agudizó, y de repente comprendió: Collin era el fundador de CR Corporation.
Todavía estaba asimilando esta revelación.
Cuando la llamada se cortó bruscamente, la mirada de Linsey se endureció y su voz se volvió fría.
«Collin, ¿qué planeas hacer?»
En la línea flotaba un pesado silencio, cargado de tensión. Aunque Linsey estaba desesperada por terminar la llamada, la idea de que Myla pudiera estar acorralada por Collin le hizo resistirse.
«Si llamarte Collin no provoca una respuesta, ¿quizás debería dirigirme a ti como el misterioso fundador de CR Corporation en su lugar?».
Al instante, una respiración agitada se escapó por el altavoz, tensa e inconfundiblemente familiar. Le resultaba extraño; apenas llevaba un año conociendo de verdad a Collin. Sin embargo, sus sutiles respiraciones, pausas y silencios estaban grabados en su memoria, claros como el agua.
En ese momento, Linsey supo sin lugar a dudas que Collin estaba escuchando en silencio al otro lado. Un torrente de emoción se apoderó de su pecho, apretándole dolorosamente la garganta. Intentó hablar, pero se vio incapaz de emitir sonido alguno. Luchó contra su propio silencio, sintiéndose ahogada por lo que no podía expresar.
Después de una pausa insoportablemente larga, la voz baja y tensa de Collin se abrió paso. «Cariño».
Oír ese cariñoso apelativo reavivó al instante la ira de Linsey, que replicó fríamente: «No me llames así».
Incluso pronunciar esas palabras agotó a Linsey, dejándola casi sin aliento. Luchando contra las lágrimas, consiguió hablar, con la voz temblorosa por el dolor reprimido. «Dime, Collin, ¿por qué exactamente visitaste a la familia Lawson? ¿Por qué amenazaste a Myla? Te lo advierto…»
Collin la cortó, diciendo con firmeza: «Linsey, nunca te haría daño intencionadamente. La única razón por la que visité a la familia Lawson fue para preguntarle a Carol por tu paradero».
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