Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 641
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Capítulo 641:
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«Dustin, parece que has sido tú quien ha provocado este lío», le acusó Dilan sin rodeos.
Sintiéndose agraviado, Dustin se defendió, exasperado. «¿Cómo iba a saber que las cosas se saldrían de control? Sólo pretendía ayudar a Collin a deshacerse de su rival amoroso».
Collin exhaló lentamente, obligándose a mantener la lucidez. «Gorman no tiene pruebas concretas. Linsey no confiaría tan fácilmente en meros rumores».
Haciendo una pausa pensativa, Collin acabó por añadir: «Además, Gorman no soportaría forzar a Linsey contra su voluntad ni dejar que nadie le hiciera daño. La quiere mucho».
Dustin se quedó helado al oír las palabras de Collin.
¿Podría ser realmente el mismo Collin que creía conocer?
Siempre había sabido del fuerte control de Collin sobre Linsey.
Ahora, Collin había reconocido abiertamente el afecto de Gorman por Linsey…
Para Dustin, esta revelación fue asombrosa.
Esta admisión también puso de relieve la profundidad de la fijación de Collin por Linsey, que era alarmantemente profunda.
Mientras esperaban ansiosos noticias, por fin llegaron los resultados de la investigación.
Dustin miró su teléfono. «¡Lo tengo! ¡Carol orquestó el secuestro de Linsey!»
Luego se volvió hacia Collin, con incredulidad en la voz. «Los matones contratados por Carol confesaron que no habían tocado a Linsey antes de que la salvara el fundador de CR Corporation».
«¿El fundador de CR Corporation?» Dilan respondió sorprendido, desviando la mirada hacia Collin. «¿Te refieres a Collin, aquí mismo?»
Tras una breve pausa, Collin respondió fríamente: «Diles que no me voy a declarar esta noche. Me dirijo a la residencia de la familia Lawson».
La audacia de Carol de apuntar a Linsey una vez más era evidente.
Collin estaba decidido a hacer pagar a la familia Lawson por las acciones de Carol.
Mientras tanto, Linsey yacía inquieta en la cama del hospital.
Sus ojos fijos en una esquina, su corazón lleno de dolor incesante.
Su teléfono en la mesilla de noche zumbaba intermitentemente.
Probablemente era Collin tratando de llegar a ella.
Sin embargo, Linsey no estaba dispuesta a enfrentarse a él.
¿Debe dejar salir su dolor entre lágrimas o enfrentarse a él con ardientes preguntas sobre sus acciones?
Ninguno de los dos enfoques parecía adecuado.
Si decidía marcharse, lo haría con dignidad, sin mostrar ningún signo de desesperación.
Entonces, la atención de Linsey volvió a centrarse en su teléfono. Esta vez, la vibración era más persistente. Ajustó su posición y lo cogió.
El identificador de llamadas la sorprendió: era Myla.
Sin dudarlo, Linsey respondió. «Myla, ¿qué puedo hacer por ti?»
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