Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 625
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Capítulo 625:
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gritó Linsey, con el rostro pálido y la frente sudorosa. La vieja herida de la muñeca volvió a agonizar.
Ver a Linsey sufriendo le producía a Carol una perversa satisfacción.
Incluso el más mínimo esfuerzo bastaba para herirla.
Los ojos de Carol brillaban con cruel deleite mientras observaba a Linsey forcejear.
«Casi se me olvida», dijo Carol en tono burlonamente despreocupado. «¿No te torciste esta mano no hace mucho? Dudo que se haya curado ya, ¿verdad?».
Carol fingió inocencia con un parpadeo, pero su agarre no hizo más que aumentar. Linsey apretó los dientes cuando el dolor en la muñeca se volvió abrumador y la cabeza le dio vueltas por la intensidad.
Se negó a suplicar o implorar, conteniendo cualquier sonido más allá de un agudo grito de dolor. Su silencio sólo alimentó la frustración de Carol.
«Sinceramente, Linsey, tu terquedad se está volviendo vieja», murmuró Carol con un suspiro aburrido antes de soltar de repente su agarre.
Linsey jadeaba y su cuerpo temblaba mientras intentaba estabilizarse. Aunque respiraba entrecortadamente, no se permitió gritar más. Le temblaba la mano y le brotaban lágrimas de los ojos, que seguía mirando hacia abajo.
En cuanto soltó la mano de Linsey, la atención de Carol se fijó en un cuchillo de fruta que había sobre una mesa cercana.
Un oscuro pensamiento cruzó su rostro. Habló con una calma escalofriante. «Alexa, tráeme ese cuchillo y córtale un dedo. Quiero ver cómo diseñará algo después de eso».
La desesperación se apoderó de Linsey, su mirada se volvió hueca mientras un destello de desesperanza cruzaba sus facciones.
Sin embargo, incluso frente a esa amenaza, Linsey logró una mueca desafiante. «¿Es la tortura lo único que sabes, Carol?»
Las palabras hicieron hervir la furia de Carol. Sin dudarlo, abofeteó a Linsey con fuerza en la cara.
La bofetada resonó con fuerza en la habitación. La cabeza de Linsey se giró hacia un lado, una marca roja y viva apareció en su mejilla y se hinchó al instante.
«Eres despreciable», le espetó Carol, con la voz cargada de desprecio. «No mereces más que mi desprecio. ¿Por qué debería importarme cómo te trato?»
Una fría sonrisa se dibujó en su rostro mientras continuaba: «Aclaremos una cosa, Linsey. Yo soy una Lawson, ¿y tú? No eres más que un don nadie, un diseñador anónimo sin influencia real. Tengo infinitas formas de arruinarte la vida. Pero aquí está la mejor parte».
Agarró la barbilla de Linsey y la obligó a mirarla.
«Puede que estés casada con el fundador de CR Corporation, pero a él no le importas. Para él, no eres más que una intrigante, a la espera de hacerte con su fortuna. Por eso mantuvo oculta su identidad, para poder marcharse cuando quisiera», dijo Carol con una risa cruel y burlona. «Créeme, nunca te vio realmente como su esposa».
Cada palabra cortaba profundamente, retorciéndose dolorosamente en el corazón de Linsey.
Un fuerte dolor se apoderó de ella, amenazando con asfixiarla. ¿Era verdad? ¿Todo entre ella y Collin había sido una mentira? A pesar de su cercanía, él siempre había guardado el secreto.
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