Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 537
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Capítulo 537:
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¿Era demasiado tarde para retractarse de todo lo que habían dicho en defensa de Linsey?
Carol observó en silencio el cambio de ambiente, con una chispa de satisfacción en los ojos.
En solo unos minutos, la percepción que la multitud tenía de Linsey había cambiado, pasando de un escepticismo cauteloso a un desprecio absoluto.
Eso era exactamente lo que ella quería.
El esfuerzo que había dedicado a fabricar esas imágenes de vigilancia había valido la pena.
Como miembro de la familia Lawson, tenía acceso a los mejores recursos: técnicos expertos que podían alterar los vídeos de vigilancia de forma tan perfecta que nadie lo notaría jamás. Y, por el precio adecuado, no había nada que no pudiera manipular.
Carol arqueó una ceja perfectamente formada y dijo con frialdad: —Linsey, ¿no pediste pruebas? Pues aquí las tienes. ¿Qué tienes que decir ahora?
Luego, como si le concediera a Linsey una última oportunidad, añadió: —Si sabes lo que te conviene, entrega el collar. De lo contrario, no seré tan amable.
Linsey apretó los puños a los lados.
Desde el momento en que vio la supuesta prueba, lo supo. Era una trampa. Carol había conspirado con los sirvientes de su familia para incriminarla.
Y ahora, cuando Linsey se encontró con la mirada de Carol, se quedó atónita al descubrir un destello de diversión engreída acechando bajo su expresión serena.
Linsey respiró lentamente para calmarse. Su voz era firme. —Ese vídeo es falso. Nunca he entrado en ese salón ni he visto ese collar.
Alexa aprovechó el momento, con los ojos brillantes de falsa rectitud. —Linsey, ¿todavía intentas negarlo? Antes, cuando no te habíamos mostrado las imágenes, nos acusaste de hacer afirmaciones sin fundamento. Pero ahora que tenemos pruebas, ¿dices que son falsas?
Soltó una risa burlona, alargando las palabras. —Así que nunca vas a admitir tu culpa, ¿no?
Linsey apretó la mandíbula. —Lo juro, ¡nunca le he robado nada a la familia Lawson!
Carol se burló. —¿Jurar? ¿De qué sirve jurar? Si los criminales pudieran librarse con jurar, ¿para qué necesitaríamos policías y jueces? Qué ridículo.
Luego, volviéndose hacia los invitados, Carol alzó la voz para que todos pudieran oírla. —Todos ustedes están aquí esta noche porque los invité a mi fiesta de cumpleaños. Ahora les pregunto: ¿cómo se debe manejar esta situación? ¿Deberíamos creer las palabras vacías de Linsey? Y lo más importante, ¿dónde está mi collar perdido?
Un murmullo se extendió entre la multitud antes de que varios invitados expresaran con entusiasmo sus opiniones.
«¡Linsey debe devolver el collar! ¡Y debe compensar a la señorita Lawson como es debido!».
«¡Estoy de acuerdo! La cumpleaños de la señorita Lawson se ha arruinado por culpa de esta ladrona deshonrosa. ¡Es vergonzoso!».
«¡Sacad a esta ladrona de aquí antes de que Linsey robe algo más!».
«Sí, sí, ocupáos de ella rápidamente».
El coro de acusaciones se hizo cada vez más fuerte y resonó por todo el salón, cada palabra era un golpe contra Linsey. La hostilidad en la sala era asfixiante. Podía sentir que la marea se volvía en su contra: si esto continuaba, nadie la creería.
Su expresión se ensombreció. Ya era suficiente. Apretó la mandíbula, agarró su bolso, lo abrió sin dudarlo y, delante de todos, lo volcó.
El ruido seco de los objetos al golpear el suelo de mármol rompió la tensión. Se hizo el silencio. Todas las miradas se posaron en el contenido esparcido del bolso de Linsey.
Linsey nunca había querido dignificar tal acusación con una defensa. Era indigno de ella, humillante. Pero Carol había jugado sucio, utilizando imágenes manipuladas como supuesta prueba. Si Linsey no contraatacaba con pruebas irrefutables, no saldría de allí ilesa.
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