Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 523
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Capítulo 523:
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Hubo una breve pausa antes de que la mujer pareciera darse cuenta de que él estaba hablando por teléfono. «¡Oh, lo siento! No me había dado cuenta de que estabas ocupado».
«No pasa nada», respondió Collin con naturalidad, y luego se llevó un dedo a los labios, indicándole a la mujer que guardara silencio.
Linsey parpadeó y preguntó en voz baja: «Collin, ¿estás ocupado?».
En lugar de responder, cambió de tema. —¿Qué ibas a decir?
Linsey bajó ligeramente la mirada y dudó. Quería preguntarle quién era la mujer, pero si Collin hubiera querido explicárselo, ya lo habría hecho. Sin embargo, no lo había hecho. Una sensación que no podía quitarse de la cabeza le decía que estaba evitando deliberadamente el tema.
—No es nada importante. Solo quería recordarte que te cuides mientras estás fuera», respondió ella.
Collin se rió entre dientes. «De acuerdo, tú también».
Linsey quería decir algo más, pero antes de que pudiera, él volvió a hablar. «Termina de comer. Tengo que irme».
Sin otra opción, respondió en voz baja: «De acuerdo».
En cuanto terminó la llamada, Linsey sintió un nudo en la garganta. ¿Por qué no se lo explicaba?
Dolores, que estaba frente a ella, la había estado observando atentamente. Al ver que la sonrisa radiante de Linsey se desvanecía y daba paso a una expresión preocupada, frunció el ceño, confundida. «¿Qué pasa? ¿No ibas a contarle a Collin lo del embarazo?», preguntó Dolores.
Linsey se mordió el labio y frunció el ceño. «He oído a una mujer hablando con él».
Dolores se mostró perpleja. —¿No has dicho que está de viaje de negocios? Seguro que solo es una compañera de trabajo.
La inquietud de Linsey no hizo más que aumentar. Miró a Dolores a los ojos y habló despacio, con deliberación. —Dolores, no me lo estoy imaginando. Algo no va bien. Sé que Collin me está ocultando algo. Y esa mujer… no es solo una compañera de trabajo.
Dolores se quedó desconcertada. —Linsey, ¿estás diciendo que Collin te está engañando? —La idea le parecía casi imposible. Había sido testigo del amor que se profesaban, ¿cómo podía ponerse en duda de repente?
Linsey negó con la cabeza, frunciendo el ceño. —No creo que sea eso. Pero sí siento que me está ocultando algo importante.
Dolores lo pensó un momento antes de tomarle la mano con seriedad. «Linsey, si tienes dudas, necesitas pruebas reales. Preocuparte por nada no te hará ningún bien ni a ti ni al bebé».
Pero la preocupación de Linsey no desapareció. Al percibir su inquietud persistente, Dolores intentó tranquilizarla. «Vamos, no le des más vueltas. No he pasado mucho tiempo con Collin, pero por lo que he visto, te quiere de verdad. No te traicionaría».
Después de pensarlo un momento, añadió: «Si realmente pasa algo, lo descubrirás cuando vuelva. Pregúntaselo directamente».
Linsey exhaló lentamente, sintiendo que parte del peso que le oprimía el pecho se aliviaba. «Sí… tienes razón. Quizá estaba pensando demasiado».
Quizá eran solo las hormonas del embarazo que intensificaban sus emociones.
Dolores le dio un apretón tranquilizador. —No es culpa tuya. No te presiones demasiado.
Los pensamientos de Linsey eran un misterio para Collin. Suspiró aliviado tras colgar. Era una suerte que Linsey no se hubiera dado cuenta de nada; si lo hubiera hecho, habría estropeado la elaborada sorpresa que estaba preparando.
A su lado, Jacquetta Turner, la diseñadora de joyas, le dedicó una cálida sonrisa. —¿Era su esposa, señor Riley?
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