Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 512
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 512:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Dolores miró entonces el vientre de Linsey y le puso la mano con delicadeza. —Pequeño, soy tu madrina. Más te vale recordar bien esta cara. Al fin y al cabo, solo tienes una madrina.
Normalmente, Linsey, siempre perspicaz, se habría dado cuenta de que Dolores había cambiado de tema. Pero hoy estaba demasiado absorta en la emoción de su embarazo como para notar nada extraño.
—¡Por supuesto! ¡Mi bebé solo te tendrá a ti como madrina! —dijo Linsey.
Dolores sonrió, satisfecha. Suavemente, tomó a Linsey del brazo y la guió con protección. —Vamos. Vamos al centro comercial.
El hospital estaba a solo unos pasos.
En pocos minutos llegaron y entraron en el espacio iluminado y bullicioso, lleno de compradores. Se dirigieron directamente a una tienda de artículos para bebés, donde había filas de estanterías repletas de una abrumadora selección de productos para bebés.
Los ojos de Linsey se posaron inmediatamente en un cochecito que estaba expuesto en la parte delantera de la tienda. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Se acercó y extendió la mano para tocar el manillar.
«¡Dolores, mira esto! Es adorable», comentó Linsey.
Dolores la siguió y echó un vistazo rápido al cochecito antes de exclamar: «¡Los cochecitos de hoy en día son tan tecnológicos! ¿Incluso ponen canciones de cuna?».
Linsey se rió de su reacción. «Eso es algo que llevan ya un tiempo. Algunos de los modelos más nuevos incluso vienen con funciones de balanceo y sistemas de plegado automático».
Dolores negó con la cabeza, divertida. «Está claro que no sé mucho de artículos para bebés. La verdad es que es la primera vez que entro en una tienda de maternidad».
Ambas se rieron un poco antes de que Dolores se decidiera rápidamente por un regalo especial para el bebé.
«¡Estos conjuntos son tan monos! Me lo llevo, sin duda. El bebé lo necesitará cuando llegue».
Mientras hablaba, Dolores echó un vistazo al cochecito que ella y Linsey habían visto antes. —Es demasiado voluminoso y todavía tenemos que ir a más sitios. Sería un rollo tener que cargar con él. Mejor pedimos que nos lo envíen a tu casa y así nos ahorramos el transporte.
Linsey asintió con una sonrisa. —Me parece bien. ¿A dónde quieres ir ahora?
Dolores le lanzó una mirada cómplice. —Adivina.
Unos minutos más tarde, Linsey se encontró siendo arrastrada escaleras arriba hacia una boutique de ropa femenina.
Antes de que pudiera protestar, Dolores ya la había metido dentro y estaba escudriñando los percheros. —Como madrina de los bebés, es mi deber mimarlos con regalos. Pero no puedo olvidarme de su madre, mi querida amiga Linsey.
Linsey levantó las cejas con sorpresa y esbozó una suave sonrisa. —¿También me vas a comprar un regalo?
—Por supuesto. —Dolores le lanzó una mirada de reojo antes de hojear un perchero de vestidos—. Considéralo mi pequeño homenaje por tu embarazo.
Linsey sintió una repentina oleada de emoción y se le empañaron los ojos al mirar a Dolores.
No solía ser tan sentimental, pero últimamente sus emociones estaban a flor de piel. Sin duda, eran las hormonas del embarazo.
—Gracias, Dolores —dijo Linsey.
Dolores se dio cuenta de las lágrimas en los ojos de Linsey y rápidamente puso una expresión seria.
—Vamos, no llores. —Le acarició la mejilla—. Solo es un regalo, no hace falta ponerse a llorar. Ahora elige algo que te guste y pruébatelo.
Linsey sorbió por la nariz y de repente se le ocurrió algo. —Pero dentro de unos meses tendré la barriga enorme. No podré ponerme nada de lo que elijas hoy.
.
.
.