Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 474
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Capítulo 474:
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Después de hablar, la diseñadora se dio la vuelta y se marchó.
Linsey, conmovida por su amable gesto, se encontró sonriendo.
Unos momentos más tarde, la diseñadora regresó con una caja de bombones y la dejó con delicadeza sobre el escritorio de Linsey.
Linsey sonrió con ternura, agradecida.
«Gracias. Te invitaré a comer algún día».
«¡No es nada! Tengo muchos más. Adelante, Linsey. ¡Prueba uno y a ver qué tal está!», respondió la diseñadora con una sonrisa alegre.
La diseñadora se había incorporado recientemente al Departamento de Diseño de Moda de CR Corporation. Desde el principio, Linsey había sido la jefa del departamento, guiando a su equipo con mano firme.
A los ojos de la diseñadora, Linsey no solo era guapa y bondadosa, sino que también era increíblemente competente. La admiraba de verdad.
—Está bien.
Linsey desenvolvió un trozo de chocolate con movimientos tranquilos. El aroma rico y azucarado inundó la habitación casi de inmediato.
Linsey frunció la nariz ante el olor y sintió una repentina oleada de náuseas en el pecho.
Sin pensarlo, le dio un pequeño mordisco.
El dulzor la golpeó al instante, demasiado fuerte, empalagoso en la boca.
Una oleada de náuseas le subió por el estómago, implacable.
Linsey hizo una mueca, luchando contra el impulso de tragarse el chocolate.
No pudo aguantar más. Rápidamente, se tapó la boca y se puso pálida.
—¡Linsey! ¿Estás bien?
La voz de la diseñadora estaba llena de preocupación mientras se apresuraba a acercarse a Linsey y le daba suaves palmaditas en la espalda.
—¡Escúpelo, rápido!
Linsey no pudo aguantar más. Escupió el chocolate en la papelera y sintió un alivio inmediato.
—¡Linsey, bebe agua!
La diseñadora estaba aterrada, incapaz de creer que algo tan simple como el chocolate pudiera causar tal reacción.
Linsey se encogió, con el cuerpo tenso mientras luchaba por enderezarse, con una gran incomodidad que le pesaba mucho.
Presionándose el pecho con una mano, Linsey sintió que iba a vomitar ácido estomacal.
En ese momento, estaba completamente despierta, la niebla del cansancio había desaparecido por completo.
Exhaló débilmente, aceptó el agua que le ofrecía la diseñadora y dio un pequeño sorbo.
—Siento haberte gastado el chocolate —dijo Linsey con voz ronca.
—¡El chocolate no importa!
La mirada de la diseñadora se posó en Linsey, con profunda preocupación en su rostro.
Tras una breve pausa, pareció ocurrirle algo y exclamó
«Linsey, sé que estás casada… ¿Podría ser que estés embarazada?».
Linsey se quedó paralizada, las palabras la golpearon como un chorro de agua fría.
¿Embarazada?
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