Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 468
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Capítulo 468:
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Linsey lo miró a los ojos con expresión seria. —Por favor, no malinterpretes mi relación con Gorman. No hay nada entre nosotros. La única razón por la que estamos conectados es porque lo salvé cuando estábamos en el extranjero.
Collin le pasó los dedos por el pelo, apartándole un mechón de la cara, y su tono juguetón desapareció.
—Te creo —dijo con voz firme—. Pero me cuesta creer que Gorman se vaya sin más. Parece obsesionado contigo.
Linsey frunció ligeramente el ceño. —He oído a tu asistente decir que Gorman ya ha comprado un billete de avión y está haciendo las maletas. Parece que ha decidido marcharse, ¿no?
Hizo una pausa, mientras se le ocurría una idea—. Aquel día en el hospital, pensó que yo lo había envenenado. Ahora que se ha descubierto la verdad, quizá haya entrado en razón. Así que no te preocupes. No volverá a entrometerse en nuestras vidas.
Collin seguía tan posesivo como siempre. A menos que ella lo tranquilizara adecuadamente, no estaría tranquilo. Aun así, algo no le cuadraba. Frunció el ceño. —Si sabe que nunca quisiste hacerle daño, ¿por qué te abandona? —espetó.
Linsey respondió con calma. —Ya hablamos antes. Quizá por fin me escuchó. Es el heredero de la familia Green. Ha estado rodeado de mujeres toda su vida. ¿Por qué iba a perder el tiempo aferrándose a mí?
Collin no quería admitirlo, pero después de cruzarse tantas veces con Gorman, se daba cuenta de que aquel hombre iba en serio con Linsey. Y para Collin, no había ninguna mujer en el mundo que pudiera compararse con ella. La idea de que Gorman volviera e intentara competir por ella le atormentaba.
Una nueva idea se hizo realidad. Revelar su identidad como fundador de CR Corporation nunca le había parecido necesario. ¿Pero ahora? Cuanto más lo pensaba, más convencido estaba. Si Gorman supiera la verdad, tal vez se retiraría para siempre.
La conversación no duró mucho más. Linsey tenía que llegar a tiempo al trabajo. Como siempre, Collin la acompañó hasta la entrada de la villa y se quedó mirando hasta que se subió al coche y se marchó. Solo entonces se dio la vuelta, por fin tranquilo.
En la oficina, un subordinado le entregó a Linsey una pila de bocetos de diseños. —Necesito que los apruebes —dijo el diseñador—. Si todo está bien, podemos seguir adelante con la producción.
Linsey asintió con la cabeza. —De acuerdo, los revisaré y te diré algo.
Una vez sola, dejó los bocetos a un lado, decidiendo revisarlos más tarde. Pero mientras los ordenaba, una hoja llamó su atención. La sacó y la reconoció inmediatamente: era el diseño del vestido de novia que Gorman le había encargado. Durante un momento, se quedó mirándolo, atónita.
Casi se había olvidado de él. Linsey dudó, con el recuerdo del generoso pago de Gorman rondando por su mente. Aunque no tenía ningún motivo personal para ponerse en contacto con él, la profesionalidad le dictaba lo contrario. Tras una breve pausa, cogió el teléfono y marcó su número.
La llamada se conectó al cabo de unos segundos, pero nadie respondió, solo hubo silencio. Gorman no dijo ni una palabra.
Linsey apretó los labios y decidió romper el silencio. —Gorman, sobre el diseño del vestido de novia que me encargaste, ¿todavía quieres seguir adelante? El silencio se prolongó.
Frunció ligeramente el ceño, esperando, y luego miró la pantalla para comprobar si la llamada se había cortado. —Gorman, ¿estás ahí?
Justo cuando empezaba a pensar que no iba a responder, finalmente se oyó su voz. «¿Cómo va todo?». Era baja, áspera, teñida de agotamiento.
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