Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 458
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Capítulo 458:
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Collin se giró inmediatamente, cogió el agua que había dejado a un lado y la ayudó a beber con delicadeza.
Una vez que se le calmó la garganta, Linsey no se contuvo. —Aún no te has curado el brazo. ¿Cómo puedes ser tan imprudente? Te lo dije un millón de veces anoche y no me hiciste caso. Lo digo en serio, Collin. Si vuelve a pasar, puede que me vaya a dormir a otra habitación.
Collin se apoyó en un codo, con una sonrisa burlona en los labios. —Entonces, si me porto bien ahora, ¿eso significa que cuando me cure podré hacer lo que quiera?
Linsey lo miró parpadeando, sin saber qué decir, antes de negar con la cabeza, incrédula. —Collin, ¿puedes ponerte serio por una vez? ¿Eres incapaz de pensar con sensatez? ¡Deja de llenarte la cabeza de tonterías!
Le acercó la taza a los labios con delicadeza.
Collin dio unos sorbos y casi se atraganta. Tosió varias veces y se secó los ojos. —Cariño, casi me ahogo.
Linsey resopló suavemente, sin creerse ni por un segundo su actuación. A estas alturas, había perdido toda su credibilidad ante ella.
—¡Te lo merecías! ¡Lo hice a propósito para que te atragentaras! —respondió ella, recordando todo lo que él le había hecho pasar la noche anterior.
Permanecieron juntos un rato y Linsey miró la hora en su teléfono, dejando escapar un suspiro mientras empezaba a vestirse.
—Tengo que irme a trabajar. Quédate en casa y descansa el brazo. No lo empeores —dijo.
Aunque la noche había sido intensa, era hora de que Linsey se fuera a la oficina. Ya se había tomado unos días libres para cuidar de Collin y, a menos que fuera absolutamente necesario, no iba a retrasarse en el trabajo por tomarse más tiempo libre.
Mientras Collin la observaba moverse, su mirada se desvió hacia su delgada cintura. Sus ojos se oscurecieron y no pudo evitar estirar la mano para pellizcar suavemente la suave curva de su costado.
—¿Qué estás haciendo? —Linsey se apartó instintivamente, la sensación persistente de su tacto le provocó un escalofrío por la espalda.
Le lanzó una mirada exasperada por encima del hombro mientras terminaba de vestirse—. Si me haces llegar tarde, lo lamentarás.
Collin arqueó una ceja, claramente divertido—. ¿Ah, sí? ¿Y cómo piensas castigarme?
Su voz era juguetona, pero tenía un tono íntimo que hizo que Linsey esbozara una sonrisa involuntaria. Una sensación de calor se extendió por su pecho.
¿Cómo era posible que algo tan sencillo sonara tan coqueto cuando lo decía él?
Linsey soltó un suave resoplido burlón y decidió ignorarlo por el momento. Pero Collin se percató del ligero rubor que se extendió por el rostro de ella y su corazón dio un vuelco.
Al instante olvidó su advertencia anterior y se incorporó en la cama, dejando que las sábanas se deslizaran y revelaran la fuerza de su pecho.
Su amplio torso se presionó contra la delgada espalda de ella.
Collin la rodeó con los brazos por detrás y la atrajo hacia sí con ternura y posesividad, sin dejarle espacio para separarse.
—¿Hmm? ¿Qué pasa? ¿Por qué te has quedado tan callada de repente?
Su voz ronca, cálida e íntima, rozó su oído, provocándole un escalofrío que le recorrió la espalda.
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