Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 438
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Capítulo 438:
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En cuestión de segundos, el dolor abrasador se convirtió en un dolor tan intenso que era casi insoportable.
—¡Linsey! —Gorman no pudo aguantar más. Tiró de la muñeca de Linsey y le arrebató el medicamento de la mano.
Sorprendida, Linsey levantó la vista y abrió mucho los ojos al ver que Gorman se había quedado pálido y tenía la frente cubierta de sudor frío.
El pánico se apoderó de ella al ver la angustia en su rostro. «Gorman, ¿qué está pasando?».
Gorman luchaba por mantenerse consciente, con la mirada fija en el frasco que tenía en la mano. Sus dedos temblaban al notar las letras en relieve en el frasco sin etiqueta: ¡no era el medicamento correcto!
Sus ojos se abrieron de par en par, y una oleada de ira y desesperación inundó su pecho. Con un movimiento violento, Gorman arrojó el frasco al suelo y su voz se quebró por la furia. —¡Linsey! ¿Quieres que muera?
Linsey se quedó paralizada, con el corazón acelerado y sumida en la confusión. Intentó dar sentido al caos que se desarrollaba ante ella.
Solo podía mirar con pánico e impotencia cómo el rostro de Gorman palidecía aún más, con los rasgos contorsionados por el dolor.
Era como si mil cuchillas se retorcieran dentro de su herida. «¡No soy yo! No lo sabía…», gritó Linsey, tratando de alcanzarlo para consolarlo.
«¡Vete!», gritó Gorman con los ojos ardientes de profunda decepción mientras la empujaba a un lado con una fuerza que la sorprendió.
Él había creído que Linsey realmente se preocupaba por él. Pero ni en sus peores pensamientos había imaginado que ella manipularía su medicación. ¿Realmente su odio hacia él había llegado tan bajo?
Al momento siguiente, una ola de dolor lo golpeó, doblándolo. Una boca llena de sangre se derramó de sus labios, salpicando el suelo en una escena espantosa.
—¡Gorman! —gritó Linsey con voz temblorosa y llena de miedo. Al oír el alboroto, Danny entró corriendo en la habitación. Cuando vio la escena, empujó a Linsey a un lado.
—¿Qué le ha hecho al señor Green? —exigió Danny, con el rostro pálido por el miedo.
Antes de que Linsey pudiera responder, Danny corrió hacia Gorman, tratando de sostenerlo. —¡Sr. Green!
Danny se volvió y gritó hacia la puerta: —¡Que alguien llame a un médico! Un momento después, Gorman vomitó otra gran cantidad de sangre y se desplomó inconsciente sobre la cama.
—¡Sr. Green! —gritó Danny, tratando desesperadamente de despertarlo. Pero Gorman permaneció completamente inconsciente, sumido en un coma profundo y sin vida.
El corazón de Linsey latía con fuerza en su pecho, con el rostro desencajado por la preocupación mientras miraba a Gorman, cuya tez pálida era aterradora.
Su mente era un torbellino de pánico e incredulidad. ¿Cómo había sucedido esto? ¿Cómo podía Gorman vomitar sangre de repente y caer en coma?
El zumbido en sus oídos lo ahogaba todo, y una ola de calor ansioso se extendió por su rostro.
Danny pidió ayuda rápidamente y juntos lo sacaron de la habitación del hospital.
Al pasar junto a Linsey, que permanecía paralizada por la conmoción, Danny le lanzó una mirada llena de resentimiento antes de empujarla a un lado.
—¡Apártate! —le espetó.
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