Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 431
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Capítulo 431:
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Mientras Flavia se enfrentaba al asistente de Collin, su confianza se desmoronó. Lanzó una mirada resentida a Linsey antes de volverse rápidamente hacia el asistente con un respeto forzado. —He pillado a esta mujer merodeando por la habitación del señor Riley. Creía que estaba espiando, así que iba a acompañarla a la oficina de seguridad.
El asistente endureció el rostro. «¿Qué tonterías está diciendo? ¡Es la esposa del Sr. Riley!».
Flavia abrió los ojos con sorpresa. Se volvió hacia Linsey, con el rostro paralizado por la incredulidad. Pero Linsey permaneció impasible, sin inmutarse por la acusación.
¿La esposa de Collin? ¡No podía ser!
La mente de Flavia volvió rápidamente al día anterior, cuando había visto a Linsey en la habitación del hospital de Gorman, encargándose de administrarle la medicación.
—No, eso es imposible… —balbuceó Flavia, con voz llena de incredulidad.
Para su horror, el asistente de Collin levantó una mano en una señal silenciosa y escalofriante. Inmediatamente, dos hombres vestidos de negro se adelantaron.
—Ya sabes lo que hay que hacer. Asegúrate de que esta enfermera no vuelva a encontrar trabajo en ningún hospital —ordenó el asistente con frialdad.
Flavia se quedó pálida. Presa del pánico, juntó las manos en una súplica desesperada. —¡Por favor! ¡Me he equivocado! ¡No me pongan en la lista negra! No tenía ni idea… No sabía que era la señora Riley.
Las lágrimas le corrían por las mejillas mientras se volvía hacia Linsey. Su cuerpo casi se inclinó en señal de súplica. —¡Sra. Riley, lo siento mucho! No la reconocí. Por favor, perdóneme. ¡No volverá a pasar!
Linsey observó el rostro bañado en lágrimas de Flavia y sintió una punzada de compasión. Apretó los labios y dijo con suavidad: —Déjala ir. Solo estaba haciendo su trabajo para mantener la seguridad del hospital.
Al oír las palabras misericordiosas de Linsey, el asistente cambió de postura. —Entendido, señora Riley.
A continuación, se dirigió a Flavia. —Considérate afortunada de que la señora Riley haya hablado en tu favor. No dejes que esto vuelva a suceder. Vete ahora y no te metas en líos.
Dicho esto, se volvió hacia Linsey y le abrió respetuosamente la puerta de la habitación del hospital. «Señora Riley, por favor. Me aseguraré de que nadie la moleste».
Flavia no perdió tiempo. Se quedó pálida y se escabulló lo más silenciosamente posible. Una vez que estuvo a una distancia segura, exhaló aliviada.
Mientras los acontecimientos del día se repetían en su mente, la humillación y la furia ardían más que nunca.
Resultaba que aquella mujer era la esposa de Collin.
¡Qué descaro por su parte enredarse con Collin y Gorman, dos hombres excelentes!
Flavia apretó los dientes y sus ojos se oscurecieron con malicia. Había jurado hacer pagar a Linsey por la humillación de ayer. Ahora, después de esto, estaba aún más decidida.
Su mente daba vueltas a las posibilidades mientras empezaba a tramar un plan para hacer que Linsey se arrepintiera de haberse cruzado en su camino.
Linsey entró en la habitación del hospital de Collin con un termo en la mano. Collin estaba tumbado en la cama, con aspecto completamente relajado. En cuanto la vio, su rostro se iluminó con una cálida sonrisa.
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