Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 430
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 430:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Con eso en mente, Collin cambió rápidamente de opinión. «Iré». El banquete de la familia Lawson sería la oportunidad perfecta para sorprender a Linsey. Quería revelarle la verdad sobre sí mismo de una vez por todas.
En ese momento, una voz severa gritó desde fuera de la habitación del hospital. «Oye, ¿qué haces merodeando fuera de la habitación del Sr. Riley? ¿Estás espiando?».
Linsey se vio sorprendida. No esperaba que la acusaran de espiar nada más llegar. La acusación le pareció totalmente injusta. Solo estaba entrando en la habitación del hospital de su marido. ¿Cómo podía alguien acusarla de espiar en un lugar en el que tenía todo el derecho a estar?
Al girar la cabeza, reconoció un rostro familiar. ¿No era la misma enfermera que habían sacado a la fuerza de la habitación de Gorman el día anterior? Linsey recordaba claramente haberla visto empujada al suelo después de intentar seducir a Gorman.
Antes de que pudiera decir nada, la enfermera se burló y alzó la voz. —¿Qué estás mirando?
Linsey frunció el ceño ante la hostilidad de la enfermera. ¿Por qué estaba tan irritable esa mañana? No se le ocurría nada que hubiera hecho para provocar a la enfermera. En ese momento, su mirada se posó en la placa con el nombre de la enfermera: Flavia Castillo.
—No estaba espiando. Estaba a punto de entrar en la habitación —explicó Linsey con calma.
Flavia entrecerró los ojos, sin querer dejarlo pasar. Era imposible que esa mujer tuviera acceso a la habitación de Collin. Ayer había estado en la habitación de Gorman, y la presencia de Linsey allí solo había despertado más sospechas.
No era de extrañar que Flavia la recordara tan bien: Linsey tenía un tipo de belleza difícil de olvidar. Más aún, Flavia había notado cómo cambiaba el comportamiento de Gorman cuando Linsey estaba cerca, completamente diferente a cómo interactuaba con los demás.
Flavia estaba convencida de que la humillación que había sufrido ayer a manos de Gorman había sido culpa de Linsey. Creía que Linsey había saboteado de alguna manera su intento de acercarse a Gorman. Esa idea no hacía más que avivar su ira.
—¿Sigues poniendo excusas? —se burló Flavia, agarrando a Linsey por la muñeca con fuerza—. ¡Ven conmigo a la oficina de seguridad!
Linsey frunció aún más el ceño. Intentó soltarse, pero Flavia la agarró con más fuerza.
—¡Suéltame! Ya te lo he dicho, no estaba espiando —explicó Linsey, con frustración en su voz.
¿Por qué era tan imposible razonar con esta mujer?
Ignorando las protestas de Linsey, Flavia la empujó hacia delante. Al hacerlo, chocó sin cuidado con la mano de Linsey, que todavía estaba sensible e hinchada por la quemadura. Linsey hizo un gesto de dolor.
—¡Suéltame! —espetó Linsey.
Flavia se burló, con expresión de desprecio. —Deja de actuar. Aquí no hay público.
Justo cuando estaba a punto de arrastrar a Linsey, la puerta de la habitación del hospital se abrió de golpe.
—¡Alto! —El asistente de Collin salió. Su expresión se ensombreció al ver a Flavia agarrando la muñeca de Linsey—. ¿Qué crees que estás haciendo?
Flavia aflojó el agarre instintivamente y Linsey aprovechó la oportunidad para retroceder, tocando suavemente el dorso de su mano quemada.
Lanzó una breve mirada a Flavia antes de comprobar el termo que tenía en la otra mano. La sopa de pollo no se había derramado. De lo contrario, Collin se habría quedado sin comer.
.
.
.