Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 428
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Capítulo 428:
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Linsey cogió los frascos y las vendas, y se colocó delante de Gorman. Limpió con cuidado la herida del hombro y le aplicó el medicamento con un algodón.
Linsey observaba atentamente el rostro de Gorman cada vez que le aplicaba el medicamento en la herida, preocupada por causarle dolor. Sin embargo, él parecía completamente indiferente. Permanecía en silencio, con una expresión tranquila y relajada.
Por un momento, Linsey se preguntó si había perdido la capacidad de sentir dolor. Seguramente, la anestesia ya había dejado de hacer efecto. Si no era así, ¿cómo había conseguido levantarse de la cama y agarrarla antes?
Linsey reflexionó en silencio, sin saber que Gorman estaba demasiado distraído como para preocuparse por sus heridas. Su mirada se suavizó mientras la observaba, y su mente se remontó al tiempo que habían pasado juntos en un pequeño pueblo pesquero en el extranjero.
En aquel entonces, él había resultado gravemente herido y se encontraba al borde de la muerte. De repente, una mujer de buen corazón había aparecido a su lado y lo había cuidado incansablemente. A pesar de estar inconsciente, Gorman recordaba vívidamente la fragancia distintiva de Linsey. Su aroma había cautivado sus sentidos y permaneció en su memoria durante mucho tiempo.
Ahora, la mujer que había anhelado estaba justo delante de él. Las emociones se agitaron profundamente en el interior de Gorman. Respiró hondo y, sin pensarlo, agarró la mano de Linsey.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella, sorprendida. Rápidamente se apartó, creando distancia entre ellos.
—Lo… lo siento —Gorman soltó su mano y su expresión se volvió melancólica—. Acabo de recordar cuando me salvaste la vida. ¿Lo recuerdas? Cuidaste muy bien de mí y atendiste con mucho cuidado mis heridas.
La mirada nostálgica de Gorman hizo que Linsey se sintiera un poco incómoda. Se mordió el labio y respondió con franqueza: «No lo recuerdo muy bien, Gorman. Sinceramente, he salvado a mucha gente. Ayudaría a cualquiera que estuviera herido, incluso a un animal callejero. No es algo por lo que debas sentirte agradecido».
Mientras hablaba, la expresión nostálgica de Gorman se desvaneció y dio paso a una tristeza silenciosa.
Linsey notó el repentino cambio de humor y sintió una pequeña punzada de culpa. ¿Había sido demasiado dura? Era natural que él se sintiera agradecido, dado que ella le había salvado la vida.
Quizás debería decir algo más amable para aliviar la tensión.
En ese momento, Gorman esbozó una sonrisa de confianza. —Linsey, perdoname por no haberte encontrado antes. Pero ahora que nos hemos reencontrado, cuando pases más tiempo conmigo, te darás cuenta de que enamorarte de mí era inevitable.
Las palabras de consuelo de Linsey se le atragantaron en la garganta. Se quedó sin habla, y una ola de irritación la invadió. Dejando a un lado la medicación, cogió una venda y comenzó a vendarle la herida rápidamente.
«Mientras estés aquí en el hospital, quizá también deberías hacerte revisar la cabeza. Quién sabe, quizá acabe salvándote la vida otra vez». Linsey terminó de vendarle la herida, con la paciencia a punto de agotarse. Sin ganas de continuar la conversación, añadió: «De repente me ha entrado hambre. Voy a salir a comprar algo de comer».
Sin esperar la respuesta de Gorman, salió rápidamente, sin siquiera mirar atrás.
Gorman permaneció sentado en la cama, mirándola marcharse con expresión impotente. Esbozó una sonrisa irónica y murmuró para sí mismo: «Te preocupa tu propio hambre, pero ni una sola vez me has preguntado si yo tenía hambre».
A pesar de la tensión entre ellos, la calidez de su cuidado reavivó algo en su interior. Gorman sintió una renovada determinación por conquistar a Linsey. Pero esta vez, entendió que tenía que adoptar un enfoque diferente.
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