Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 422
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Capítulo 422:
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Mientras se inclinaba para aplicar el ungüento, su aliento acariciaba suavemente su piel.
Collin apartó la mirada y la observó atentamente, envuelto por su sutil aroma.
Una oleada de calor lo invadió, haciéndole difícil mantener la compostura.
Al final, no pudo contenerse más. Le agarró la mano y le susurró: «Basta, Linsey. Por favor, no te muevas».
Linsey retrocedió ligeramente y lo miró con una mezcla de sorpresa y preocupación. «¿Qué pasa? ¿Te ha hecho daño?».
Ella examinó rápidamente sus heridas, repasando mentalmente sus acciones. Había sido muy cuidadosa, ¿era posible que le hubiera causado dolor?
Collin se encontró con su mirada preocupada y dijo en voz baja: «No, no me duele».
Tras una breve pausa, un ligero rubor tiñó sus orejas, para gran sorpresa de Linsey.
«Solo sentí un impulso repentino de besarte».
Su franqueza se mantuvo, incluso en medio de su vergüenza.
La sorpresa se reflejó en el rostro de Linsey mientras miraba a Collin. —¡Collin! —le regañó, casi como si intentara sacarlo de un sueño—. ¡Estás muy herido! ¡Todavía tienes el brazo vendado! ¿Y ahora piensas en eso? ¡No sé qué decirte!
En el fondo, Collin era un romántico empedernido.
Con expresión triste, Collin parpadeó y dijo en tono casi suplicante: «¿Está tan mal anhelar a la mujer que amo? ¿Es demasiado pedir un beso?».
Mientras decía esto, se acercó más a Linsey.
«¡Por supuesto que no!», respondió Linsey, momentáneamente seducida por su encanto, titubeando en su respuesta.
Luchó por encontrar palabras que pudieran disuadirlo.
Entonces, aprovechando el momento, Collin rodeó la cintura de Linsey con su brazo bueno y la atrajo hacia sí.
Ansioso, Collin se inclinó para besar a Linsey, irradiando un claro deseo. El corazón de ella se aceleró y un rubor se extendió por sus mejillas mientras empujaba instintivamente contra el pecho de él.
Con expresión solemne, le advirtió: «Collin, tranquilo. Aún te estás recuperando. Cualquier movimiento descuidado podría empeorar tu estado».
Linsey era muy consciente de la naturaleza impulsiva de Collin: un solo beso no sería el final. Dado su estado actual, cualquier esfuerzo adicional estaba fuera de lugar.
Arqueando una ceja juguetonamente, Collin adoptó un tono ligero pero provocador. —Linsey, tú decides. Puedes detenerme en cualquier momento. Sus palabras hicieron aún más difícil resistirse a él.
Ella se mordió nerviosamente el labio y pestañeó. —Está bien… pero rápido.
Linsey cerró los ojos con una respiración profunda, evitando su intensa mirada.
La suave risa de Collin llenó el aire al ver su timidez.
Empezó a inclinarse, con los labios casi tocando los de ella.
De repente, un fuerte golpe resonó, interrumpiendo abruptamente su tierno momento. Presa del pánico, Linsey empujó a Collin hacia atrás, aterrorizada de que los descubrieran en un abrazo tan íntimo. «¡Hay alguien en la puerta!».
La molestia de Collin era evidente mientras fruncía profundamente el ceño. «¿Quién interrumpe ahora?».
Esa misma mañana, Linsey se había enfadado mucho con él por fingir que estaba discapacitado.
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