Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 415
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Capítulo 415:
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Al oír esto, el asistente intervino rápidamente. —Señora Riley, le aconsejo que no vaya. El señor Riley puede manejar la situación; no hay motivo para que se preocupe.
A pesar de sus palabras, una oleada de impotencia lo invadió.
Al principio, no tenía intención de ocultarle nada, pero el asunto se había complicado cuando Collin había sufrido heridas graves.
Sabía que esto destrozaría a Linsey.
Además, su angustia solo aumentaría la preocupación de Collin.
Mientras el asistente seguía obstruyendo su paso, la expresión de Linsey se volvió severa. «¿Cuál es el motivo de esto? Como esposa de Collin, no puedo quedarme de brazos cruzados si él está en problemas».
El asistente vaciló, con una actitud llena de conflicto.
La mirada de Linsey se agudizó y su intuición se activó. Preguntó: «Estás haciendo esto porque Collin te lo ha ordenado, ¿verdad? ¿Qué está ocultando? ¿Ha acabado peleándose con Gorman? ¿Está Collin herido?».
Mientras Linsey hablaba, un dolor agudo le oprimía el corazón. Agarró al asistente por el cuello y le dijo con voz firme: «Está herido, ¿verdad? Tengo que verlo, ahora mismo».
Preocupada por que pudiera seguir las órdenes de Collin y denegarle su petición, Linsey se detuvo un momento antes de señalar hacia la pared. —Presta atención. Si no me ayudas a verlo, me daré un cabezazo contra la pared. Piénsalo: ¿cómo reaccionará Collin si me hago daño?
Linsey lanzó el ultimátum con fría precisión.
El asistente se quedó sin palabras ante su intensidad.
Teniendo en cuenta que Linsey acababa de salir del hospital, volver allí podría provocar que Collin tomara medidas aún más precipitadas.
Si la situación se agravaba, podría tener consecuencias catastróficas. Sin alternativas viables, el asistente cedió y la acompañó a la comisaría.
Al mismo tiempo, el ambiente en la comisaría estaba cargado de tensión.
—¡Agentes, deben arrestar a Gorman! —Fernanda estaba frenética y mostraba sus manos—. ¡Las tiene destrozadas por culpa de Gorman! Es peligroso. Tienen que detenerlo antes de que vuelva a atacarme.
Antes de que ninguno de los agentes pudiera reaccionar, Gorman se burló con una risa llena de desprecio. —Fernanda, te sugiero que elijas bien tus próximas palabras. Mi abogado llegará en breve. Si sigue haciendo afirmaciones infundadas, no tendré más remedio que demandarla por difamación».
Fernanda se quedó boquiabierta ante Gorman, completamente atónita por la audacia de sus palabras. Era como si la vergüenza simplemente no existiera en su mundo.
Justo cuando Gorman terminó de hablar, una figura entró en la sala.
«Sr. Green», saludó el recién llegado con naturalidad.
Era Frederic Blake, un abogado cuya reputación en Grester era insuperable.
Fernanda sintió que se le encogía el corazón.
Este hombre era un peso pesado del mundo legal. Contra él, sus posibilidades de ganar eran prácticamente nulas.
En ese momento, Fernanda comprendió toda la realidad: Gorman no solo tenía buenos contactos.
Era despiadado y siempre se aseguraba de tener la sartén por el mango. No podía derrotar a Gorman, lo que probablemente la condenaría a una vida de tormento implacable. Nunca volvería a tener paz.
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