Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 398
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Capítulo 398:
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Con un suspiro de impotencia, Linsey murmuró: «Es tu seguridad lo que me preocupa».
En silencio, Collin apretó los puños, y una oleada de determinación le impidió contenerse por más tiempo. «Linsey, tengo que decirte algo…».
Sin embargo, sus palabras fueron interrumpidas por una llamada aguda desde fuera de la habitación del hospital. «¿Quién está ahí?».
La llamada aguda de su asistente hizo que Collin prestara atención. «¿Qué está pasando?». Mientras protegía a Linsey, Collin se enfrentó a la puerta con una mirada penetrante.
El asistente entró, con aire inquieto. —Señor, creo que he visto a alguien al final del pasillo.
—¿Has visto a alguien? —preguntó Collin, con el rostro ensombrecido.
El asistente titubeó. —Quizá me haya equivocado.
Teniendo en cuenta el ajetreo del hospital, Collin decidió dejar de lado sus sospechas. Sin embargo, añadió rápidamente una precaución. —Duplica la seguridad en esta zona.
El asistente respondió con un gesto afirmativo. —Enseguida, señor Riley.
En ese momento, un pensamiento inquietante cruzó la mente de Linsey. ¿Era posible que aquella figura fuera Gorman?
Más temprano ese mismo día, en el salón del hotel…
—¡No se acerque! —Linsey sujetó con fuerza el cuchillo y lanzó una severa advertencia a Gorman, que se acercaba.
Su tez se había vuelto pálida, un claro signo de pánico y terror. En su intento desesperado por retroceder, Linsey tropezó y cayó al suelo, y el cuchillo se le escapó de las manos.
—¡Linsey! —Alarmado, el primer instinto de Gorman fue correr en su ayuda.
—No te acerques. —La tensión en la voz de Linsey era evidente, sus palabras apenas eran un susurro mientras se tambaleaba al borde de la desesperación.
Con los ojos llenos de lágrimas, le lanzó a Gorman una mirada suplicante. —Gorman, no me obligues a despreciarte… Aléjate de mí. ¡No te acerques más!
Gorman se detuvo en seco, paralizado.
La visión del evidente miedo y resistencia de Linsey lo atravesó, desgarrándole el corazón.
—¿De verdad me desprecias tanto? —preguntó, con la voz cargada de tristeza.
Linsey respiró hondo, esforzándose por mantener la calma. Tras reflexionar brevemente sobre la pregunta de Gorman, respondió: «Si te vas ahora, no habrá rencor…».
Con la mirada fija en él, continuó: «Confía en mí. Vete ahora y te estaré agradecida. Gorman, no seas tan implacable. Con todo lo que tienes, podrías encontrar fácilmente a alguien mucho más adecuado que yo».
Se produjo un silencio sepulcral durante unos instantes, antes de que Gorman soltara una risita. —Linsey, ¿por qué no lo ves? Eres la única para mí.
Linsey respondió con un silencio atónito. Lo miró fijamente, con una mezcla de conflicto y un tenue destello de esperanza de que aún pudiera mostrar un atisbo de decencia.
Una sutil fragancia llenó el espacio entre ellos.
Gorman se sintió conmovido al inhalarla.
Consciente de que quedarse allí ya no era una opción, Gorman supo que era hora de marcharse.
Gorman enderezó la postura y habló con calma. «Linsey, lo creas o no, esta no era mi intención. Lo arreglaré todo». Dicho esto, se dio la vuelta y se marchó sin mirar atrás.
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