Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 397
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Capítulo 397:
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«No tengas miedo. Estoy aquí. Ya todo ha pasado. Estás a salvo conmigo».
Cada uno de los sollozos entrecortados de Linsey atravesaba el corazón de Collin, agudos e implacables, como mil pequeñas dagas. La abrazó con más fuerza, sin querer soltarla. Poco a poco, la tormenta que se había desatado en su interior comenzó a calmarse.
Ella levantó la cabeza de su pecho, con la respiración entrecortada mientras sollozaba. Collin tomó unos pañuelos y le secó con delicadeza las lágrimas del rostro enrojecido. Linsey lo miró, sintiéndose avergonzada.
—Lo siento, me dejé llevar.
Collin frunció el ceño, pero no dijo nada. En cambio, levantó la mano y le acarició con ternura el rabillo del ojo hinchado con el pulgar.
—Linsey, no me pidas perdón nunca, ¿de acuerdo? —Su voz grave la envolvió como una manta suave, cada palabra intencionada, cada una llena de cariño—. Soy tu marido. Conmigo no tienes que reprimirte. Y después de todo lo que has pasado…
Linsey notó su repentino silencio y se volvió hacia él, con confusión en los ojos. Su corazón se aceleró. En su mirada, vio algo que la impactó: un profundo dolor, un arrepentimiento demasiado pesado de soportar.
Por un momento, el miedo se apoderó de ella y rápidamente trató de consolarlo. —No pasa nada. Ya estoy bien.
Era raro verه así, tan vulnerable.
Collin esbozó una leve sonrisa, un gesto tranquilizador, mientras se acercaba para servirle un vaso de agua. —Toma, bebe un poco de agua. Después de beber, Linsey sintió que la calma la invadía.
Pero pronto sus pensamientos volvieron a los acontecimientos del salón del hotel, y el miedo seguía acechándola como una sombra. Sin embargo, la curiosidad la empujó a preguntar: —¿Cómo supiste que algo iba mal?
La voz de Collin era tranquila, pero había un tono cortante en ella. —Te esperé en casa, pero no volviste. Te llamé, pero no contestaste. Fue entonces cuando empecé a preocuparme. Me dirigí al hotel y, en cuanto llegué, vi a Fernanda impidiendo a mis hombres que te buscaran. Fue entonces cuando supe que algo iba mal.
Exhaló bruscamente y su voz se volvió gélida. —Sabía que Fernanda tramaba algo. Pero nunca imaginé que tendría el descaro de volver a atacarte.
El rostro de Linsey se endureció. Tras una breve pausa, no pudo contenerse. —Fernanda no pudo haber planeado todo esto sola. Alguien tenía que estar moviendo los hilos, y esa persona es…
Abrió la boca para decir el nombre de Gorman, pero vaciló, sopesando su influencia en Grester.
—Lo sé —la interrumpió Collin, con tono sombrío—. Es Gorman.
—Quédate tranquila, Linsey. Gorman no se saldrá con la suya —dijo Collin sin rodeos.
Linsey apretó los labios, con la preocupación claramente reflejada en el rostro.
—Pero Gorman tiene una influencia significativa como miembro de los Verdes. Oponernos a él podría tener graves consecuencias para nosotros —dijo ella, agarrando la mano de Collin—. No debemos actuar precipitadamente.
Collin sintió una punzada en el corazón al darse cuenta de que ella seguía preocupada por las consecuencias.
Mirándola profundamente a los ojos, le susurró: —No importa quién sea, Linsey, estoy comprometido a hacer lo correcto por ti. ¿De verdad crees que me quedaré de brazos cruzados? ¿Que soy incapaz de defender a mi propia esposa?».
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