Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 396
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Capítulo 396:
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Cerró la puerta suavemente detrás de él. «¿Cuál es la situación?», preguntó con voz tranquila y controlada. Había ordenado que detuvieran e interrogaran a Fernanda para descubrir lo sucedido aquella fatídica noche.
—Fernanda finalmente lo ha soltado todo y ha confesado hasta el último detalle —le informó el asistente—. Al parecer, el interés de Gorman por su esposa se ha convertido en algo inquietantemente obsesivo. Hace unos días fue a ver a Fernanda y le prometió que liberaría a Huntley si ella le ayudaba a sembrar la discordia entre usted y su esposa, con la esperanza de que eso condujera al divorcio.
El asistente hizo una pausa, con el peso de la siguiente revelación flotando en el aire. —Sin embargo, parece que Gorman sigue sin saber quién es usted en realidad.
La confesión de Fernanda pintaba un panorama claro: Gorman pensaba que Linsey sería suya, creyendo que Collin no era más que el fracasado lisiado que los rumores de Grester habían pintado.
Una profunda arruga se formó en la frente de Collin. —Si no va tras Linsey por mí, entonces, ¿qué es lo que quiere?
En un repentino estallido de comprensión, el asistente jadeó, rompiendo el tenso silencio. —Señor Riley, ¿podría ser que la mujer que Gorman ha estado buscando incansablemente… sea su esposa? Su obsesión ha sido inquebrantable, y si ella es la elegida, no se rendirá fácilmente.
La expresión de Collin se volvió aún más tormentosa, las piezas del rompecabezas encajaban de la manera más inquietante. Resultaba que Linsey era exactamente la mujer que Gorman había estado buscando todo este tiempo.
«No me importa lo que cueste, ¡voy a hacer que ese bastardo de Gorman pague por todo lo que ha hecho!», declaró Collin con firmeza.
Por él, todo lo demás podía arder. Lo único que le importaba era la seguridad de Linsey.
A medida que pasaba el tiempo, Linsey se despertó violentamente de una horrible pesadilla. Abrió los ojos de golpe y sus pupilas dilatadas temblaban mientras luchaban por adaptarse a la luz. Tras un momento de respiración entrecortada, su mirada se fijó finalmente en el techo blanco y deslumbrante que tenía encima.
La confusión nublaba su mente y su pulso se aceleraba. ¿Dónde demonios estaba?
Una ola de confusión inundó a Linsey, seguida rápidamente por una abrumadora sensación de miedo, de ese tipo que solo lo desconocido puede provocar. Sus labios temblaron mientras susurraba, apenas audible: «Collin…».
Al haber salido de un largo y oscuro estado de inconsciencia, su voz era frágil, como un suspiro atrapado en el viento. Sin embargo, incluso desde la puerta, Collin oyó el más leve sonido. Sin pensarlo dos veces, corrió a su lado. «Linsey».
Cuando llegó a su lado y vio que estaba consciente, una chispa de alegría brilló en sus ojos, fugaz pero inconfundible.
—¡Collin!
Los ojos de Linsey se llenaron de lágrimas. Sin dudarlo, extendió los brazos hacia él, ansiosa por sentir su contacto, su consuelo. Collin no lo dudó. Sus fuertes manos la levantaron con delicadeza y la atrajo hacia sí.
En cuanto se apoyó contra él, unos sollozos silenciosos escaparon de sus labios, liberándose. Solo en sus brazos, Linsey se permitió por fin liberar el miedo que había estado reprimiendo durante tanto tiempo.
—Collin, estaba tan asustada… ¡De verdad, estaba aterrorizada! —Su voz se quebró y los sollozos hicieron que sus palabras fueran apenas audibles. Pero Collin la entendía de una forma que las palabras no podían expresar. Su mirada se suavizó al bajarla, y su mano se movió con ternura sobre la frágil espalda de ella, su calor era un consuelo silencioso.
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