Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1427
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Capítulo 1427:
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«Sí, señor Riley».
El subordinado se retiró en silencio, dejando a Collin solo en la amplia y tenuemente iluminada sala de estar.
Hizo girar el vino en su copa, observando cómo el líquido carmesí reflejaba la luz. Su mirada era distante, su expresión indescifrable.
Por razones que no podía precisar, una inquietud le rondaba la mente, una molesta sensación de que algo en la situación no estaba bien.
Lo que no podía saber era que, en ese mismo momento, Yana se encontraba dentro de la sede del Grupo Verde.
Tras la despiadada represalia de Collin contra Winslow, el humillado hombre había llamado a Yana enfurecido, reprendiéndola y revelándole la verdad: que su plan ya había sido descubierto.
Nunca había imaginado que Linsey contaría con un apoyo tan formidable. Descubrir que Linsey estaba bajo la protección de nada menos que Collin la conmocionó profundamente.
No era de extrañar que Gorman hubiera insistido en que actuara contra Linsey. No se había atrevido a enfrentarse a ella directamente porque Collin la respaldaba.
Collin, cuyo padre dirigía el Grupo Riley, era un confidente cercano de Dustin y un hombre cuya reputación resonaba en su círculo, no era alguien a quien cualquiera pudiera provocar fácilmente.
Su presencia era como la de un depredador en la naturaleza: peligrosa, imponente, imposible de ignorar. Cada vez que se cruzaba con él, solo podía ofrecer un asintir cauteloso antes de retirarse rápidamente, como si escapara de la mirada de una bestia.
Ahora su complot se había desmoronado. Winslow, con el cuerpo magullado y ensangrentado, y fragmentos de cristal incrustados en el cuero cabelludo, la había delatado en un intento desesperado por salvarse.
Como mente maestra detrás del plan, Yana sabía que Collin no la dejaría salir indemne.
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La imagen de tener el cráneo destrozado con una botella, o sufrir algo aún peor que Winslow, la atormentaba sin descanso.
Solo le quedaba una opción: ponerse a merced de Gorman y rezar para que él la protegiera de la ira de Collin.
Sus pensamientos aún daban vueltas cuando se oyó un golpe en la puerta de la sala. El asistente de Gorman entró con una reverencia cortés. —Señorita Gates, el señor Green la recibirá ahora.
—De acuerdo. —Yana se levantó rápidamente y siguió al asistente con paso firme, esforzándose por mantener la compostura.
Dentro de la oficina, Gorman se erguía ante la ventana que iba del suelo al techo, con el brillante horizonte extendiéndose infinitamente más allá. Su espalda era rígida, su silueta nítida, el cristal reflejaba las duras líneas de su rostro, completamente desprovisto de emoción.
El asistente guió a Yana al interior, inclinándose ligeramente. —Sr. Green, la Sra. Gates ha llegado.
—Puede retirarse —ordenó Gorman, con un tono frío y desdeñoso.
«Sí, señor». El asistente salió y cerró la puerta suavemente tras de sí.
Gorman permaneció completamente inmóvil, contemplando la ciudad como si su resplandor ocultara todos sus secretos.
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