Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1389
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1389:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Conteniendo sus emociones, bajó la cabeza, se negó a mirar a Collin a los ojos y ofreció una excusa poco convincente. —De hecho, envié a gente al extranjero antes incluso de volver al país, pero hasta ahora no ha aparecido nada.
La reacción de Collin no mostró sorpresa alguna; claramente lo había anticipado. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y se alejó en su silla de ruedas.
«Cuídese, señor Riley», dijo Lowell en voz baja, viéndolo marcharse.
Solo cuando Collin desapareció de su vista, la máscara que Lowell había mantenido cuidadosamente se desmoronó y la culpa se reflejó en su rostro.
En aquel entonces, mientras su madre languidecía en aquella solitaria residencia de ancianos, Linsey era quien la visitaba y le ofrecía consuelo. Cuando su estado se agravó, Collin intervino para cubrir los gastos de su cuidado.
Les debía a ambos, pero había respondido tejiendo mentiras y manteniéndolos separados, ocultando deliberadamente la verdad. El peso de su propia traición lo oprimía.
Lowell permaneció allí en silencio, perdido en el remordimiento, hasta que por fin soltó un largo y profundo suspiro y se dio la vuelta para marcharse.
Sin embargo, no regresó a la habitación de su madre. En cambio, sus pasos lo llevaron al consultorio del médico.
Había detalles sobre la próxima cirugía de su madre que necesitaba aclarar. Justo cuando Lowell llegó a la puerta del consultorio y levantó la mano para llamar, la voz enojada de Kylee lo detuvo en seco. «¿Qué quiere decir con que no puede operarse? ¿Por qué no?».
Lowell se quedó paralizado en medio del movimiento, con los ojos muy abiertos por la sorpresa mientras escuchaba.
El primo de Kylee, el médico, le respondió en un tono bajo y sombrío: «Acabo de revisar los resultados de sus últimas pruebas. Sus órganos están en la fase final de insuficiencia. Cualquier cirugía ahora sería extremadamente peligrosa y no cambiaría nada». Terminó con un suspiro de cansancio. «Honestamente, a menos que ocurra un milagro, no le queda mucho tiempo. Probablemente sea más bondadoso dejarla disfrutar los días que le quedan, sin hacerla sufrir más».
La impactante noticia dejó a Lowell paralizado, incapaz de moverse o incluso pensar durante varios largos segundos.
Continúa con la novela en ɴσνєʟα𝓼𝟜ƒα𝓷.çо𝗺
Detrás de la puerta, la voz de Kylee se deslizó hacia el pasillo, mesurada e inquebrantable. «No le digas nada a su hijo. Procede con la cirugía como si nada hubiera cambiado», advirtió.
El médico parecía completamente perdido. «¿Por qué haríamos eso?».
Dentro de la oficina, Kylee frunció el ceño y admitió en voz baja: «Su hijo trabaja para Collin. Hice un trato con él: todo el acuerdo dependía de esta cirugía y de salvar la vida de su madre».
«Pero tú sabes tan bien como yo…», comenzó a protestar el médico.
«Soy consciente de que no le queda mucho tiempo», lo interrumpió Kylee bruscamente. «Solo haz que parezca convincente».
Sin pausa, Kylee explicó su plan. «Simule una cirugía falsa y luego manténgala con medicación fuerte para que parezca que está mejorando. Una vez que parezca lo suficientemente bien, déle el alta como si se hubiera recuperado por completo. De esa manera, nuestro acuerdo solo cubre su estancia aquí. Después de que se vaya, lo que suceda ya no es mi problema. El acuerdo seguirá cumpliéndose».
.
.
.