Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1344
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Capítulo 1344:
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Esas palabras hicieron que Linsey pensara inesperadamente en el hombre enmascarado con el que se había cruzado el día anterior.
Gorman se dio cuenta de su distracción y agitó una mano delante de ella. «¿Linsey?».
Linsey se sobresaltó ligeramente y volvió al presente.
Malinterpretando su silencio, Gorman puso cara de disculpa y dijo: «Espero no haberte hecho sentir incómoda. Si prefieres no hacerlo, no te insistiré».
Linsey se apresuró a tranquilizarlo: «Estás pensando demasiado. Solo me he distraído un segundo. Eso es todo».
Una chispa de esperanza volvió al rostro de Gorman. «¿Eso significa que aceptas? Tendré que asegurarme de que nuestra cita sea perfecta».
Ella asintió con una sonrisa amable, pero por dentro no pudo evitar compararlo con aquel misterioso hombre enmascarado del día anterior. ¿Cómo era posible que Gorman le pareciera tan diferente?
Ese pensamiento la hizo sentir un poco más de simpatía por Gorman.
La cita llegó al día siguiente. Después de la película, tenían pensado salir a cenar, pero aparecieron nubes oscuras y empezó a llover intensamente.
Gorman, que conducía su propio coche ese día, no había pensado en llevar un paraguas.
Preocupada por su recuperación, Linsey dudó en dejar que se mojara. Amablemente le sugirió: «¿Por qué no te quedas en el coche, donde está seco? Yo iré corriendo al restaurante a pedir prestado un paraguas para los dos».
Se quitó el cinturón de seguridad, se puso el sombrero y la máscara, y salió al exterior. Gorman no tuvo tiempo de objetar; lo único que pudo hacer fue esperar en el aparcamiento hasta que ella regresara.
El restaurante no estaba lejos. Linsey corrió bajo la lluvia tan rápido como pudo. Aun así, no pudo evitar empaparse.
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Cuando finalmente subió los escalones del restaurante, vio a un hombre en silla de ruedas cerca y le llamó con voz alegre y esperanzada: «¡Disculpe, señor!».
Collin se detuvo, con las manos aún en las ruedas. Algo en su voz le trajo un recuerdo: le resultaba sorprendentemente familiar. Empezó a darse la vuelta, pero Linsey corrió hacia él antes de que pudiera hacerlo.
Sus miradas se cruzaron y la expresión alegre de ella se desvaneció al instante.
Linsey no podía quitarse de la cabeza la sensación de que aquel hombre le resultaba extrañamente familiar.
Había algo en él que le recordaba al hombre con el que había pasado la noche. Sus ojos se posaron en sus piernas, pero rápidamente descartó la idea por ridícula.
Después de todo, el hombre de la noche anterior era fuerte y seguro de sí mismo, mientras que el hombre que tenía delante estaba confinado a una silla de ruedas. La diferencia era imposible de ignorar.
Una mirada fría de Collin interrumpió sus pensamientos. —¿Disfrutando de las vistas? —espetó—. Si sigues mirando, puede que te quite los ojos.
Estaba de muy mal humor, sobre todo después de no haber conseguido localizar a la mujer con la que había estado. Ahora, que un desconocido lo detuviera y lo inspeccionara no hacía más que aumentar su irritación.
Linsey salió de su ensimismamiento y sintió cómo se le enrojecían las mejillas bajo la mascarilla. —Lo siento, no era mi intención. Sabía perfectamente por qué se había enfadado. Cualquier persona con una discapacidad protegería su orgullo, y ella acababa de ser sorprendida mirándole las piernas abiertamente.
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