Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1317
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Capítulo 1317:
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Felix consiguió arrebatarle el cuchillo por fin, pero justo cuando pensaba que todo había terminado, Cynthia se abalanzó hacia delante y le dio un codazo en el pecho, dejándolo sin aliento.
El cuchillo se le escapó de los dedos y salió disparado por los aires en un giro descontrolado.
Todos los demás retrocedieron horrorizados, mientras Joanna, magullada y maltrecha, estaba demasiado débil para levantarse.
En un terrible giro del destino, la punta afilada de la hoja se clavó en el abdomen de Joanna.
Un sonido húmedo y repugnante llenó los oídos de Joanna.
Sus ojos se abrieron con sorpresa, su espalda se arqueó y la sangre brotó sin poder detenerla.
Un dolor como nunca antes había sentido la atravesó.
«¡Ahhh!». El grito de Joanna resonó en la oficina, helando a todos hasta los huesos.
«¡Joanna!», gritó Félix con voz temblorosa.
Joanna se derrumbó, completamente agotada, con su sangre acumulándose debajo de ella. Sus párpados se movían, su respiración era débil y superficial.
En ese momento, el ulular de las sirenas de la policía se hizo más fuerte y varios agentes uniformados irrumpieron en la sala y se apresuraron a arrestar a Cynthia.
Minutos más tarde, la ambulancia se detuvo frente al edificio.
Dos paramédicos entraron corriendo por la puerta y, junto con el personal de la oficina, trasladaron con cuidado a Joanna a una camilla. Sin demora, la llevaron hacia la salida.
Felix comenzó a seguirla, pero la severa voz de un agente de policía lo detuvo en seco.
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—¿Quién es el dueño de esta empresa?
—Yo —respondió Felix, levantando la mano rápidamente, con el rostro aún pálido por la conmoción—. Agente, ¿pasa algo?
Los ojos del policía se clavaron en Felix con autoridad. —Necesitamos que nos acompañe a la comisaría para interrogarlo. Es el procedimiento habitual en nuestras investigaciones.
—De acuerdo.
Felix asintió rápidamente.
Antes de marcharse, se volvió hacia uno de sus trabajadores. —Kirby, encárgate de todo.
—Entendido, señor Wells. Kirby dio un paso al frente mientras Felix se apresuraba a seguir a los agentes.
Inmediatamente, la oficina estalló en susurros ansiosos.
—Dios, ha sido horrible. Pensaba que solo estaban discutiendo, pero Cynthia ha perdido los nervios por completo. Ha intentado matar a Joanna.
«Aún tengo el corazón acelerado. Por un momento, pensé que esa navaja venía directamente hacia mí».
Mientras todos los demás se apiñaban en una acalorada conversación, Linsey se escabulló sin que nadie se diera cuenta.
Su mano alcanzó el pomo de la puerta, pero su brazo derecho temblaba violentamente por el dolor. Gotas carmesí resbalaban por su antebrazo, acumulándose en las yemas de los dedos antes de salpicar el suelo.
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