Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1303
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Capítulo 1303:
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De repente, Lara irrumpió por la puerta, con el rostro lleno de pánico. «¡Linsey, acaba de pasar otra cosa!».
La situación con Cynthia aún no se había resuelto, pero ahora había surgido otra cosa de la nada.
Linsey sintió un repentino dolor de cabeza detrás de los ojos mientras luchaba por mantener la calma y se volvía hacia Lara. «¿Qué ha pasado esta vez?».
Sin aliento y ansiosa, Lara comentó: «La presentación de diseño de esta tarde… Nuestra presentadora acaba de quejarse de un fuerte dolor menstrual e insiste en tomarse el día libre. ¡Se niega a subir al escenario!».
Inmediatamente, Linsey preguntó: «¿Quién iba a presentar?».
Lara respondió: «Frida Holt».
Señalando a Cynthia, Lara añadió: «Frida y Cynthia trabajaron juntas en el último proyecto».
Linsey tardó solo un momento en reconocer el nombre. Su memoria conectó rápidamente a Frida con la principal defensora de Cynthia en la empresa.
Una vez que las piezas encajaron, Linsey clavó una mirada gélida en Cynthia y Joanna. «¿Alguna de ustedes le dijo que se retirara de la presentación?».
Joanna replicó con una burla: «No me metas en esto. Ya me han asignado a otro departamento. ¿Cómo voy a saber lo que pasa con tus proyectos? Si sigues acusándome, te demandaré por difamación».
Cynthia solo sonrió con sarcasmo y respondió con un toque de ironía: «Tampoco es mi responsabilidad. Las mujeres tienen dolores menstruales todo el tiempo. Frida tomó su propia decisión».
Aunque los dolores menstruales eran comunes, Linsey no podía ignorar lo oportuna que parecía la excusa. No tenía ninguna duda de que Cynthia y Joanna estaban trabajando juntas para hacerla quedar mal delante de todos.
Decidida a no dejar que su plan tuviera éxito, Linsey mantuvo la compostura. Con una mirada fulminante, las dejó atrás. «Ya veremos quién sale ganando». Linsey no miró atrás ni una sola vez mientras salía de la oficina.
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Lara se apresuró a seguirla y, al salir, le sacó la lengua a Cynthia solo para fastidiarla.
La puerta se cerró de golpe detrás de Linsey, provocando un estruendo en la oficina que sonó casi como un trueno.
Con una mirada de enfado, Cynthia se tapó los oídos y murmuró: «¿Cómo puede ser tan grosera?».
Joanna, por su parte, arqueó las cejas y dijo en voz baja: «Ya veremos qué pasa ahora».
En el fondo, Joanna creía que Linsey estaba desbordada. Pensaba que, a menos que ocurriera algún milagro, Linsey nunca sería capaz de arreglar este desastre en tan poco tiempo.
En el pasillo, la audacia que Lara había mostrado antes se desvaneció, sustituida por un nervioso ir y venir por el pasillo. Sus palabras salieron a borbotones mientras murmuraba para sí misma: «¿Qué hacemos, Linsey? La exposición de diseño empieza esta tarde. Todos tienen sus invitaciones, el lugar está listo, pero faltan los bocetos principales y nuestro presentador se ha ido. Si el Sr. Wells se entera, ¡estaremos en serios problemas!».
Nada de esto perturbaron a Linsey. No le preocupaba la reacción de Félix.
Habiendo regresado ayer, Linsey sabía que no era culpa suya que los bocetos hubieran desaparecido. Si Felix intentaba culparla, ella no tenía intención de quedarse callada.
Aun así, Cynthia estaba en su equipo y, como directora de diseño, Linsey entendía que tendría que responder por cualquier problema que surgiera en su departamento. Regresar y no saber manejar un problema así dañaría seriamente su reputación en la empresa.
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