Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1264
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Capítulo 1264:
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Pero, ¿y si Linsey se negaba realmente a venir? ¿No haría eso que todas sus intrigas fueran completamente inútiles? La incertidumbre la carcomía. Una tensión incómoda se instaló en la habitación como una pesada manta.
Afortunadamente, Collin eligió ese momento para intervenir.
Sin pedir la opinión de Linsey, se acercó y tomó la tarjeta de invitación él mismo. «Asistiremos juntos».
El descontento de Linsey estalló al instante, y la necesidad de contradecirlo delante de Kylee fue casi abrumadora. No podía soportar que él tomara decisiones por ella, como si sus propios pensamientos y sentimientos no importaran en absoluto.
Kylee bajó la mano con evidente alivio, pero no pudo resistirse a lanzar otra pulla mientras elogiaba a Collin. —Siempre eres tan maravillosamente considerado, Collin.
—Deberías volver ya —repitió Collin, con un tono que no admitía réplica.
Aunque su rostro reflejaba su renuencia, Kylee se obligó a obedecer.
—Por supuesto.
—Roland, acompáñala a la salida —ordenó Collin.
Roland, que acababa de terminar de preparar una taza de café recién hecho para Kylee, parpadeó sorprendido por lo rápido que terminaba su visita. Aun así, se recuperó con elegancia y respondió a Collin con profesionalidad. —Por supuesto, señor Riley.
Dejó con cuidado la taza de café sin tocar en la mesita auxiliar y señaló la puerta con refinada cortesía. —Señorita Russell, permítame acompañarla a la salida.
Linsey permaneció en silencio, observando la retirada de Kylee con mirada aguda. Solo cuando la invitada indeseada desapareció por completo de su vista, se giró hacia Collin, con una curiosidad demasiado ardiente como para contenerla. —Rechacé claramente su invitación. ¿Por qué has decidido por mí de todos modos?
Los dedos de Collin se movieron con deliberada precisión mientras se enderezaba la corbata, y su atención se desplazó hacia la ornamentada tarjeta de invitación sin intentar ocultar su razonamiento.
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«Ahora eres mi esposa. Asistir a estas reuniones sociales es simplemente parte de moverse en la alta sociedad. El banquete de cumpleaños de Kylee podría ser la oportunidad perfecta para que establezcas contactos y amplíes tu red», explicó.
Linsey no respondió, pero sus pensamientos bullían de frustración. Aunque asistir a esos eventos fuera realmente necesario, sin duda se presentarían otras innumerables oportunidades en el futuro. ¿Por qué tenía que ser precisamente ese banquete, organizado por esa mujer insufrible?
El recuerdo de la actitud condescendiente de Kylee hizo que una nueva oleada de ira apenas controlada recorriera sus venas.
Con ese fuego aún ardiendo con fuerza, miró a Collin a los ojos y le dio su respuesta definitiva con determinación inquebrantable. «No quiero ir».
«¿Por qué?», insistió Collin.
Linsey se mordió el labio inferior. «La señorita Russell me desprecia por completo. ¿Por qué debería hacer un esfuerzo por asistir a su fiesta de cumpleaños?».
Algo cambió en la expresión de Collin. Estaba claro que no estaba de acuerdo con su valoración. «Si Kylee realmente te odiara, no se habría molestado en enviarte una invitación personal».
Su defensa de Kylee tocó una fibra sensible, y la frustración brotó en el pecho de Linsey, agudizando su voz. «¡Literalmente me empujó hace unos momentos! Tú mismo lo viste, ¿no? De lo contrario, ¿por qué dirías que me crees? La forma en que me entregó la invitación fue una pura burla. Cada palabra rezumaba condescendencia, dejando muy claro que estoy por debajo de su nivel y que solo he recibido esta oportunidad gracias a tu influencia».
El silencio cayó sobre Collin como un pesado telón, sus pensamientos completamente ilegibles. Linsey supuso que se había quedado sin argumentos y se dispuso a volver a su habitación.
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