Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1245
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Capítulo 1245:
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«Que quieras ir o no es irrelevante. Tienes que ir», declaró con tranquila firmeza.
La expresión de Linsey se ensombreció y el vaso de leche se le resbaló de las manos, golpeando la mesa con un ruido sordo.
La había atormentado toda la noche y ahora seguía con las mismas tonterías por la mañana. ¿Qué había hecho para merecer esta tortura interminable?
La sangre de Linsey comenzó a hervir mientras la furia consumía sus pensamientos. De repente, la idea de llamar a Ivy le pareció brillante. Quizás aún pudiera hacerse con ese cheque de cinco millones de dólares y escapar de esta pesadilla.
Realmente no podía soportar estar cerca de Collin ni un momento más. Ese hombre era absolutamente insufrible.
En ese momento, la voz de Collin llegó a sus oídos con una calma inesperada. «Tenemos que visitar a la abuela, pero no hay prisa. No has dormido bien esta noche, así que termina el desayuno y descansa un poco primero. Iremos cuando te despiertes».
La expresión de Linsey cambió a pura perplejidad. «¿Qué? ¿Por qué tenemos que visitarla?».
Collin escuchó su pregunta y arqueó ligeramente las cejas mientras una leve sonrisa se dibujaba en sus labios. Por una vez, su tono transmitía auténtica amabilidad y paciencia. « Ya que te has casado conmigo, deberías visitar a mi abuela, ¿no?».
Esas palabras la impactaron como una revelación. Linsey se quedó completamente en silencio.
De repente, algo cruzó por la mente de Collin y su expresión se volvió gélida mientras continuaba. «Además de la abuela, hay otras personas allí. Te las presentaré antes de irnos. Si te causan algún problema, no te preocupes. Yo me encargaré de ellos».
Sus palabras hicieron que Linsey parpadeara confundida, y su somnolencia se disipó ligeramente. ¿Se refería Collin a Alfredo y su nueva familia? La curiosidad se despertó en la mente de Linsey.
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Pero decidió no indagar más y simplemente asintió con la cabeza. «Entendido».
El crepúsculo ya pintaba el cielo cuando Linsey y Collin finalmente llegaron a la mansión de la familia Riley.
La principal culpable de su retraso era, naturalmente, su prolongado sueño. No fue hasta que la llamada de Ivy la despertó de golpe que Linsey descubrió que Collin había programado su llegada para el mediodía.
Al darse cuenta de esto, Linsey se volvió para quejarse a Collin, que estaba a su lado. «¿Por qué no me dijiste antes que habías acordado una hora concreta con Ivy? Pensaba que podíamos llegar cuando quisiéramos».
Collin mantuvo una expresión perfectamente serena mientras respondía con indiferencia: «Es mejor llegar bien descansados que aparecer con aspecto de muertos vivientes. De lo contrario, podrían pensar que has venido a perseguirlos en lugar de a visitarlos».
Linsey soltó un suspiro dramático y puso los ojos en blanco con incredulidad. Más de una vez había fantaseado con envenenar a Collin solo para que se callara.
Cuando se acercaron a las imponentes puertas de la mansión de la familia Riley, Collin levantó la mano, indicando al guardaespaldas que detuviera la silla de ruedas. Al verlo detenerse, Linsey también se detuvo. Lo miró, con expresión de confusión, y le preguntó: «¿Hay algún problema?».
Sin dudarlo, Collin respondió: «Cambia de lugar con el guardaespaldas y empújame tú. No quiero que nadie piense que no somos íntimos».
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