Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1239
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1239:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Linsey negó con la cabeza, un pequeño gesto sincero. «No».
«¿Te gustaría escucharlo?», preguntó Ivy con un tono cálido, casi conspirador, mientras se inclinaba hacia ella. Una chispa de curiosidad se encendió en el pecho de Linsey. Asintió con la cabeza, entreabriendo ligeramente los labios. «Sí».
La sonrisa de Ivy volvió, suave y cómplice.
Se recostó, juntó las manos y comenzó a desentrañar la historia de Collin, una historia que Roland siempre había querido compartir, pero nunca se había atrevido.
Mientras Ivy contaba la historia, su voz se mantuvo suave y mesurada, aunque cargada de un profundo dolor.
Solo entonces Linsey comprendió toda la verdad: el mismo día en que Collin nació, su madre, Margaret Riley, perdió trágicamente la vida durante el parto.
Poco después, su padre, Alfredo, se volvió a casar y tuvo otro hijo, Huntley.
A partir de ese momento, el lugar de Collin en la familia se redujo a algo incluso inferior al de un sirviente. Alfredo nunca se había preocupado por él y, con la llegada de Huntley, Collin era tratado como una sombra en su propia casa.
Pero eso no era lo peor.
Un devastador accidente de coche le dejó con lesiones permanentes, privándole de la capacidad de caminar.
Ivy continuó, con los ojos nublados por las lágrimas y la voz temblorosa. «Aparte de mí, nadie en esta familia se preocupó nunca de verdad por Collin. Su padre y esa malvada madrastra lo trataban con crueldad. Antes era un niño tan dulce y obediente… pero después de soportar tanto abuso y abandono, su corazón se cerró. Se convirtió en alguien diferente, retraído, volátil».
Linsey sintió un nudo en el pecho y un pinchazo detrás de los ojos, mientras las emociones amenazaban con desbordarse.
Disponible ya en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c♡𝓂 antes que nadie
En ese momento, el tono de Ivy cambió. «Linsey», dijo con suavidad, «si no estás aquí por elección propia, puedo ayudarte a marcharte. Me aseguraré de que Collin no vuelva a molestarte nunca más».
Linsey no respondió de inmediato. Su expresión vaciló. Estaba dividida entre la indecisión y algo que no se atrevía a expresar.
Ivy se dio cuenta y sonrió con paciencia. «No hay prisa. Tómate tu tiempo para pensarlo».
Pero los pensamientos de Linsey estaban lejos de ser tranquilos.
Cuando Collin la obligó a vivir con él, se sintió abrumada y buscó constantemente una salida. Pero las cosas habían cambiado. Y ahora, al escuchar todo lo que Ivy le había contado, Linsey lo veía con otros ojos, no moldeados por la fuerza o el miedo, sino por el dolor y la soledad.
Empezó a darse cuenta de que quizá Collin no era cruel por naturaleza. Quizá solo estaba… destrozado.
Y quizá su posesividad provenía de un deseo desesperado de no volver a ser abandonado. La idea de dejarlo ahora le parecía más cruel que quedarse.
Le dolía el corazón al pensar en él solo una vez más.
El tiempo pasó en silencio. Entonces, lentamente, Linsey se enderezó, con voz tranquila pero resuelta. —Estoy dispuesta a quedarme. Quiero cuidar de Collin.
Ivy, que estaba bebiendo su café, se quedó tan atónita que se atragantó y empezó a toser violentamente. Linsey se acercó rápidamente a ella y le dio unas palmaditas en la espalda con preocupación. —¿Estás bien? —le preguntó en voz baja.
«Estoy bien», dijo Ivy, haciendo un gesto con la mano.
Aún aturdida, miró fijamente a Linsey. «¿Lo has pensado bien? Es una decisión para toda la vida. Y Collin… tiene una discapacidad. Los médicos dicen que hay pocas posibilidades de que vuelva a caminar».
.
.
.