Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1203
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Capítulo 1203:
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Un sonido rompió su concentración: el suave clic de una puerta al girar.
«¿Quién está ahí?», gritó Collin, con voz aguda y sospechosa, mientras se giraba hacia el ruido.
La puerta se abrió lentamente y una voz cansada se coló en la habitación. «Soy yo».
Al ver reaparecer a Linsey, Collin soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo. Rápidamente ocultó su alivio tras una expresión severa. —¿Dónde has estado?
En lugar de responder, Linsey se quedó en el umbral, frotándose el brazo en silencio a través de la manga, con una sombra de dolor en el rostro.
Al notar que algo no iba bien, Collin acercó su silla de ruedas, con el rostro marcado por la preocupación.
Cuando se acercó, Linsey retrocedió instintivamente, con miedo en los ojos. —¿Por qué te alejas de mí? —El tono de Collin se volvió gélido cuando le agarró la muñeca.
Apenas tuvo tiempo de protestar antes de que él le subiera la manga, dejando al descubierto una erupción enrojecida en su brazo.
—No… —El pánico se apoderó del rostro de Linsey. Ella soltó el brazo y se bajó rápidamente la manga para ocultar la irritación. Él entrecerró los ojos. —Dime qué ha pasado.
Recordaba claramente que su piel estaba limpia antes de ducharse. ¿Cómo podía aparecer algo así en tan poco tiempo?
Los labios de Linsey temblaron y la incertidumbre brilló en sus ojos mientras buscaba las palabras.
Impaciente, Collin buscó su teléfono. —Voy a llamar a un médico.
—¡No! —Linsey extendió una mano para detenerlo y le arrebató el teléfono, con el sudor brotándole en la frente.
Esperando que se enfadara por su atrevida acción, se preparó para su reacción. En cambio, Collin se limitó a mirarla fijamente, presionándola para que le diera una explicación.
Linsey mordió el labio y exhaló un tembloroso suspiro. —Es… Es algo que heredé. Es hereditario. Cada mes más o menos, me sale esta erupción. No es nada grave. Tengo una pomada especial en la maleta, así que no necesito ir al médico. —Titubeó y añadió lentamente—: Pero…
—¿Pero qué? —insistió Collin, esperando a que terminara.
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Una excusa se formó en su lengua. —La erupción es muy contagiosa. Probablemente no deberíamos compartir la cama esta noche, por precaución. Por fin, él comprendió el verdadero motivo.
No dijo nada, solo la observó en silencio, con la mirada fija en una leve mancha amarilla cerca de sus labios. Una sonrisa fría se dibujó en sus labios.
Una ola de pánico recorrió a Linsey. Se preguntó si él había visto a través de su actuación.
El silencio entre ellos se prolongó, haciéndose más pesado por segundos, hasta que Collin lo rompió por fin. «Está bien».
Linsey se quedó paralizada, mirándolo, sin poder creer que hubiera aceptado su historia tan fácilmente.
—Me gusta acostarme temprano —dijo Collin con tono seco—. Ve a ducharte, apaga las luces y duérmete.
«De acuerdo», respondió Linsey obedientemente, agradecida por el respiro. La idea de dormir separada de él le reconfortaba.
Después de ducharse, salió en pijama y lo encontró en el sofá, con la cabeza inclinada sobre el teléfono, los dedos desplazándose sin pausa. Se acercó con cautela y le dijo en voz baja: —Puedes dormir en la cama esta noche. Yo dormiré en el sofá.
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