Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1200
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Capítulo 1200:
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«Deja de perder el tiempo», replicó Collin, señalando su camisa. «Quítamela».
Linsey dudó, con los pies clavados en el suelo. Collin, perdiendo la paciencia, extendió la mano y apuntó con los dedos a los botones. «Si no te mueves, empezaré por tu ropa».
La alarma hizo que Linsey entrara en acción. Se cubrió el pecho con los brazos. —¡Espera! Te ayudaré. ¡Dame un segundo!
Con un bufido impaciente, Collin bajó la mano. —Pues hazlo. Ahora.
Decidida, Linsey se mordió el labio y se acercó, con las manos temblorosas, mientras se enfrentaba a los botones de la camisa. Uno a uno, la tela se abrió, revelando por fin las líneas esculpidas de sus abdominales.
Antes de que pudiera procesarlo, Collin se inclinó y le envió un aliento juguetón a la oreja, con voz baja y burlona. «Aún no has terminado. Hay que quitarte los pantalones».
Paralizada, Linsey lo miró con incredulidad. Collin sonrió, incapaz de contenerse.
«¿Acaso te gusta bañarte vestida?».
Sus palabras parecían flotar a su alrededor. No podía responder.
Desesperada, intentó convencerse de que solo estaba lavando a un perro, nada más.
Con esa pequeña dosis de determinación, se acercó al cinturón de él.
Completamente fuera de su elemento, Linsey forcejeó con la hebilla y, en voz baja, preguntó: «¿Cómo se desabrocha esto?».
Tan cerca, Collin percibió el más leve aroma a flores que permanecía en su piel, y eso le hizo contener el aliento de forma inesperada.
En lugar de darle instrucciones claras, decidió provocarla. —¿Por qué no lo averiguas tú misma? Creía que eras inteligente.
La irritación se reflejó en el rostro de Linsey. Al instante deseó no haber dicho nada.
No pronunció ni una palabra mientras estudiaba el cinturón, tratando de descifrarlo. Un delicado anillo de metal se encontraba en el centro de la hebilla, dándole un aspecto sorprendentemente complicado.
Sospechando que allí estaba el truco, entrecerró los ojos, decidida a resolver el misterio.
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En el proceso, sus dedos rozaron los pantalones de él más de una vez, provocando sutiles estremecimientos en el aire entre ambos.
Lo que comenzó como una ayuda dejó a Collin aturdido, con una ola de calor recorriendo su cuerpo. El más mínimo roce lo hacía arder, una reacción imposible de ocultar.
Mientras tanto, los ojos de Linsey se posaron en un botón oculto en la hebilla. Al presionarlo suavemente, oyó un clic y la hebilla se soltó.
«Uf. No ha sido tan difícil», murmuró, sintiendo una oleada de orgullo por su éxito.
Pero en ese fugaz instante, su mano rozó algo inequívocamente firme y caliente.
Con los ojos muy abiertos, se quedó paralizada, atónita por lo que acababa de descubrir. ¿Cuándo se habían puesto las cosas tan intensas?
Como si la hubieran pinchado, Linsey retiró la mano rápidamente, con las mejillas sonrojadas por la vergüenza.
La expresión de su rostro hizo reír a Collin, y un destello malicioso iluminó sus ojos. «¿Qué te ha asustado tanto? ¿Esperabas que fuera menos impresionante?».
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