Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1158
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Capítulo 1158:
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El trío se abalanzó hacia delante. —Doctor, ¿cómo están? —preguntó Dolores.
Uno de los cirujanos principales, todavía con la bata puesta, se quitó la mascarilla. —Han tenido suerte. Hemos conseguido detener la hemorragia a tiempo. La herida del cuello de la mujer ha sido tratada y el bebé está ileso. Ahora está estable, pero su estado es delicado. Necesitará reposo y vigilancia.
Volvió a mirar hacia ellos. —En cuanto al paciente masculino, la herida de la espalda era profunda, pero no grave. Le hemos dado puntos y hemos detenido la hemorragia. Al igual que ella, necesitará tiempo, pero se recuperará.
El aliento que los tres habían estado conteniendo finalmente escapó en un suspiro compartido.
Dolores no pudo evitar soltar un grito ahogado. «Gracias a Dios que están bien».
El peso de la culpa aún flotaba en la habitación: lo que había sucedido era una consecuencia que ninguno de ellos había previsto, y una parte de ellos aún se culpaba por no haber puesto fin a la situación con Joanne antes. Pero, por ahora, el alivio prevalecía.
Linsey asintió con silenciosa gratitud. «Gracias, doctor, por todo. De verdad».
Momentos después, sacaron a Alicia y Jeffery en camillas, inconscientes pero vivos.
—Les prepararemos una habitación doble, ya que son pareja —se ofreció una de las enfermeras—. Así será más fácil para la familia estar cerca. Es probable que este señor recupere la conciencia primero. Cuando lo haga, asegúrense de que sepa que su esposa y su bebé están bien.
Linsey se inclinó con un gesto de asentimiento. «Se lo diremos. Gracias».
Pronto, ambos pacientes fueron instalados en una habitación tranquila, uno al lado del otro.
Dustin, percibiendo la tensión en la postura de Linsey y el cansancio que se reflejaba en los ojos de Dolores, decidió ir a un restaurante cercano a buscar algo de comida para todos. Al fin y al cabo, todos necesitaban fuerzas: fuerzas para cuidar de Alicia y Jeffery cuando despertaran.
De camino a la habitación del hospital, Linsey lo pensó un momento y luego sacó su teléfono. Era hora de informar a Myla y Cruz.
En cuanto le contó lo que había pasado, Myla casi se queda sin aliento. «¿Qué? Cruz y yo vamos para allá. Quédate con ellos. Vigílalos. Llegaremos tan pronto como podamos».
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Nunca había imaginado que algo tan grave pudiera suceder en lo que parecía un día cualquiera.
Al percibir el temblor en la voz de Myla, Linsey suavizó el tono y le dijo tranquilizadora: «No te apresures. Ten cuidado en el camino. Jeffery y Alicia siguen inconscientes».
—De acuerdo —respondió Myla apresuradamente, sus palabras apenas audibles por encima del sonido tenso de la voz ansiosa de Cruz que resonaba de fondo.
Alicia estaba embarazada, y ya en una fase avanzada. Era la etapa más delicada, un momento en el que necesitaba protección, no ponerse en peligro. No era de extrañar que el incidente de hoy hubiera conmocionado tanto a Myla como a Cruz.
Tras colgar, Linsey y Dolores se dirigieron rápidamente a la habitación del hospital donde habían ingresado a Alicia y Jeffery.
Se acercaron primero a la cama de Alicia. Allí, en el silencio de la sala estéril, contemplaron su cuerpo inconsciente, con los ojos ensombrecidos por el dolor. Su rostro estaba pálido como el de un fantasma, demacrado, casi incoloro por la sangre que había perdido.
Un grueso vendaje le rodeaba el delicado cuello, lo que añadía una fragilidad casi inquietante a su inmovilidad.
La voz de Dolores temblaba de furia y dolor. «Esto es absolutamente imperdonable. Alicia estaba embarazada y Joanne le ha hecho esto. Gracias a Dios que el equipo médico de élite llegó a tiempo. No quiero ni imaginar lo que podría haber pasado si no».
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