Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1086
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Capítulo 1086:
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Un destello de alegría bailó brevemente en sus ojos, pero lo reprimió rápidamente, volviendo a adoptar ese tono juguetón y lastimero. «¿Puedo?», preguntó con voz baja y esperanzada.
Linsey se quedó momentáneamente desconcertada por este lado más suave y entrañable de Collin.
No pudo evitar preguntarse cuándo había aprendido a ser tan… desarmante. En cualquier otra persona, esa actuación podría haber parecido artificial o ridícula. Pero viniendo de él, el hombre al que amaba, era completamente desarmante.
—Ya eres el padre de mis hijos —dijo ella con una sonrisa burlona—. ¿Qué más podrías querer? ¿Casarnos? Eso es solo una formalidad. Entre nosotros, apenas importa.
La expresión de Collin vaciló por un instante, pero se recuperó rápidamente y bajó la mirada mientras asentía en silencio. —Está bien.
Linsey ladeó la cabeza, divertida por la sutil sombra que cruzó sus rasgos. Él intentaba ocultarla, pero ella la vio: un breve y inequívoco destello de decepción. Y, de alguna manera, eso la hizo amarlo aún más.
—Collin, ¿por qué estás más obsesionado con casarnos que yo? —bromeó Linsey, pellizcándole la mejilla en tono juguetón. Su tono era ligero—. Tú eres el motor del mundo empresarial de Grester. Si registramos nuestro matrimonio, ¿no serás tú el que salga perdiendo?
—Estaría encantado de dejar que te aprovechases de mí —respondió Collin, recuperando su sonrisa con facilidad—. Precisamente es porque soy rico por lo que me preocupa. ¿Y si a ti ni siquiera te importa el dinero? A veces desearía que disfrutases de las comodidades de la vida. Al menos así sabría cómo mantenerte a mi lado para siempre.
Hizo una pausa antes de añadir con sincera tranquilidad: —Eres más joven que yo, y además eres brillante. Cualquiera diría que casarse conmigo sería conformarse con menos.
Se inclinó hacia ella, rozando su mejilla con la palma de la mano y esbozando una tierna sonrisa. —Tienes veintisiete años y ya tienes dos hijos por mi culpa. Nos casemos o no, no dejaré que tu futuro se defina por la maternidad. Persigue tus sueños. Estaré aquí, apoyándote en todo momento. Lo que quieras, lo haré realidad.
Los ojos de Linsey se agudizaron y levantó una ceja mientras lo miraba fijamente. —Recuerda que lo has dicho.
Al ver el cambio en su expresión, Collin se enderezó y aprovechó el momento. —Te lo juro, cada palabra que dije salió directamente de mi corazón, sin reservas. Seguiré trabajando duro para que nunca tengas que preocuparte por el dinero.
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A Linsey se le escapó una risa mientras se inclinaba y le daba un beso en la mejilla. «Claro, el dinero es genial. Pero, sinceramente, es tu aspecto, tu cuerpo, todo tu conjunto… eres exactamente mi tipo. No hay forma de que deje escapar a un hombre así», dijo.
Collin finalmente exhaló, y una sonrisa suavizó su rostro.
En ese momento tomó una decisión: mantenerse en forma a toda costa. Pero el tono de Linsey cambió cuando se apartó ligeramente. —Collin, hay una última cosa, y es la más importante.
Collin la miró a los ojos, ahora serio. «Dímelo».
Con la mirada fija, apretó los labios y dijo lentamente: «No me vuelvas a mentir nunca. Eso es innegociable».
Al oír eso, Collin no pudo evitar recordar lo que había sucedido cuatro años atrás.
En aquel entonces, había una única verdad que no había tenido el valor de compartir, y eso le costó cuatro preciosos años con Linsey.
Esta vez, se juró a sí mismo que no volvería a cometer el mismo error.
«De acuerdo», dijo Collin con voz firme y llena de convicción.
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